Joan Manuel Serrat

Joan Manuel Serrat

   De todas las canciones de Serrat el «Romance de Curro el Palmo» es tal vez una de las más cautivadoras y tiernas. La historia que cuenta, digna de un poema de Lorca, a través de unos hexasílabos impecables, no es más que la desgracia de un hombre vulgar, alguien que se enamoró de la persona equivocada, y que ese mismo amor llevó a la tumba. El ambiente que consigue crear Serrat en la primera parte de la canción, nocturno, de fiestas y bailes, se contrapone al dolor del protagonista. La belleza de las estrofas finales no pueden dejar de sorprender, porque Curro, como ya expresaría Quevedo, sigue amando más allá de la muerte, como polvo enamorado, y sigue sufriendo. Pero la historia no pasaría de ser una hermosa canción si no fuera por ese estribillo que nos hace temblar de emoción.

   Podría elegir la versión original de Serrat, que es maravillosa, pero necesariamente me quedo con la de Antonio Vega, que aparece en «Lucía y el sexo». Esta canción, como para muchos, ha supuesto grandes alegrías y grandes tristezas, dependiendo del momento en que la escuchara. Pero sobre todo supone, a nivel personal, uno de los momentos más maravillosos de toda mi vida. Y es por eso que, aunque sea de sobra conocida, necesitaba compartirla.

Romance de Curro el Palmo – Antonio Vega

La vida y la muerte

bordada en la boca

tenía Merceditas

la del guardarropa.

La del guardarropa

del tablao de «El Lacio»,

un gitano falso,

ex-bufón de palacio.

Alcahuete noble,

que -al oir los tiros-,

recogió sus capas

y se pegó el piro.

Se acabó el jaleo,

y el racionamiento

le llenó el bolsillo,

y montó este invento,

en donde «El Palmo»

lloró cantando…

Ay, mi amor,

sin tí no entiendo el despertar.

Ay, mi amor,

sin tí mi cama es ancha.

Ay, mi amor

que me desvela la verdad…

Entre tú y yo, la soledad

y un manojillo de escarcha.

Mil veces le pide

– y mil veces que «nones» –

de compartir sueños

cama y macarrones.

Le dice, burlona:

» Carita gitana,

¿Cómo hacer buen vino

de una cepa enana?»

Y Curro se muerde

los labios y calla,

pues no hizo la mili

por no dar la talla.

Y quien calla, otorga,

como dice el dicho…

Y Curro se muere

por ese mal bicho.

Ay! Quien fuese abrigo,

para andar contigo.

Ay, mi amor,

sin tí no entiendo el despertar.

Ay, mi amor,

sin tí mi cama es ancha.

Ay, mi amor

que me desvela la verdad…

Entre tú y yo, la soledad

y un manojillo de escarcha.

Buscando el olvido

se dio a la bebida,

al mus, las quinielas…

Y en horas perdidas

se leyó enterito

a Don Marcial Lafuente

por no ir tras su paso

como un penitente.

Y una noche, mientras

palmeaba «farrucas»,

se escapó Mercedes

con un «cura-pupas»

de clínica propia

y Rolls de contrabando.

Y, entre palma y palma,

Curro fue palmando

entre cantares

por soleares.

Ay, mi amor,

sin tí no entiendo el despertar.

Ay, mi amor,

sin tí mi cama es ancha.

Ay, mi amor

que me desvela la verdad…

Entre tú y yo, la soledad

y un manojillo de escarcha.

Quizás fue la pena

o la falta de hierro.

El caso es que un día

nos tocó ir de entierro.

Pésames y flores,

y dos lagrimitas

que soltó la Patro

al cerrar la cajita…

A mano derecha,

según se va al cielo,

veréis un tablao

que montó Frascuelo,

donde,por las noches,

pa las buenas almas,

el Currito «El Palmo»

sigue dando palmas.

Canta sus males

por «celestiales»:

Ay, mi amor,

sin tí no entiendo el despertar.

Ay, mi amor,

sin tí mi cama es ancha.

Ay, mi amor

que me desvela la verdad…

Entre tú y yo, la soledad

y un manojillo de escarcha.

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