Metamorfosis de Ovidio

Metamorfosis de Ovidio

   De las Metamorfosis de Ovidio se puede decir que son un canto al mundo y al alma humana desde la propia alma humana. A pesar de la cohesión de la obra, no existe un único hilo conductor, a no ser que sean las propias transformaciones. Las Metamorfosis consisten en una serie de capítulos, cuyo tema central es la transformación, pero estructurados siguiendo una base acumulativa, y engarzados hábilmente unos con otros.

   La obra está dividada en 15 libros, algunos de los cuales se organizan en torno a una tradición mítica. Por ejemplo, en el libro I, como sería lógico en una obra totalizadora, hay una teogonía o creación del mundo, que establece ciertos paralelismos con el Génesis (diluvio universal o creación de la primera pareja de hombres); los libros III y IV tienen una cierta unidad en torno al ciclo tebano y a la figura de Cadmo; también es importante la presencia de Perseo, a caballo entre los libros IV y V, al mismo tiempo que Céfalo se sitúa entre los libros VII y VIII, y Teseo entre los libros VIII y IX; para personajes como Orfeo o como Eneas, en cambio, se les dedican libros enteros: el libro X y parte del XI para el primero, y el libro XIV para el segundo. Aunque en cada uno de estos libros el tema no se da de una forma absoluta, sino que se intercalan numerosos episodios narrativos, que contribuyen a aumentar la riqueza abarcadora de la obra.

   Se puede observar por tanto que no hay una correspondencia absoluta entre personajes y libros. Se puede decir más bien que hay un intento por conseguir una extensión homogénea para cada libro, pero siendo consciente de que cada mito tiene una importancia diferente y requiere un número de versos mayor o menor para desarrollarse.

   Se ha discutido mucho acerca del género de las Metamorfosis, debido a que Ovidio no utiliza un único registro, sino que cambia de estilo según las diferentes circunstancias narrativas. El estilo, por lo tanto, también cumple una importante función en esa intención totalizadora que tiene la obra. Así, se puede encontrar un estilo épico en los episodios del combate de Perseo (libro V), o en la batalla entre Centauros y Lápitas (libro XII); frente a un estilo elegíaco, como ocurre en el episodio de Níobe (libro VI), en el episodio de Apolo y Dafne (libro I), o en tantos otros momentos de la obra.

   El tema de la obra, según se ha indicado, serían las propias metamorfosis, que si bien no tienen aparentemente una unidad temática, participan del principio del cambio. En este sentido no es gratuita la intervención de Pitágoras en el libro XV, casi al final de la obra, indicando al lector cuál es el sentido e interpretación que debe darle a todo lo que ha leído. Pitágoras es una figura que se extiende a lo largo de todo el libro, en cuanto que se entiende que en el mundo la materia no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Y ese es el principio que precisamente seguirá Ovidio en las Metamorfosis, aunque dando un paso más adelante. Pero para conseguir darle un sentido exacto al texto de Ovidio, es necesario comprender el significado de los mitos, y no quedarse simplemente con una aparente belleza exterior, que por supuesto la tiene.

   Decía Karl Kerényi que la mitología, como la música, tiene su propio lenguaje. La labor de todo aquel lector que pretenda acercarse a la obra de Ovidio, y a la mitología en general, consiste en tratar de comprender ese lenguaje propio. Muchos de los mitos hay que interpretarlos desde un punto de vista etiológico, y servirían para explicar ciertos acontecimientos o para revelar el origen de las cosas. Otros mitos se sitúan en un nivel más “psicológico” y tratan de explicar comportamientos del ser humano. Es cierto que todas estas explicaciones o interpretaciones del mundo y del ser humano pasan a través de un filtro estético. Lo que se quiere alcanzar es la belleza, pero aquel que se acerca por primera vez al texto no puede dejar que la belleza de la obra nuble el trasfondo de todas estas explicaciones.

   Se suele decir que el tema por excelencia de la obra de Ovidio es el amor. Esto es cierto en la medida en que el amor ocupa un lugar principal dentro de las preocupaciones humanas; pero no se puede reducir la obra únicamente a este sentimiento. Se puede entender la importancia del amor dentro de mitos como Apolo y Dafne (libro I), Píramo y Tisbe (libro IV), Perseo y Andrómeda (libro IV), el rapto de Prosérpina (libro V), Jasón y Medea (libro VII), Filemón y Baucis (libro VIII) u Orfeo y Eurídice (libro X), entre otros. Pero reducir mitos como el del rapto de Prosérpina, el de Medea o el de Orfeo al amor sería simplificarlos demasiado. En el mito de Medea hay otros componentes como la locura y el odio, y en el de Orfeo la sabiduría y el arte; aunque el amor sea siempre el trasfondo. El caso de Filemon y Baucis es uno de los más particulares del libro, porque constituyen uno de los pocos amores completamente culminados en la obra, y son además un modelo de piedad, que falta a la mayor parte de los personajes. Otros temas que se tocan aparte del amor son la rebeldía adolescente, con mitos como el de Faetón (libro I y II), o el de Dédalo e Ícaro (libro VIII); el furor báquico, en mitos como el de Penteo (libro III), relacionado con el tema de la locura en el mito de Ino y Melicertes por ejemplo (libro IV); y muy especialmente se trata el tema de la vanidad o hibris, en que los humanos quieren igualarse a los dioses (estableciéndose un punto de conexión con la Biblia, entre otros textos religiosos), como ocurre en mitos como el de Aracne (libro VI) o como el de Níobe (libro VI).

   Otro tema interesante que hay que destacar es el tratamiento particular que Ovidio hace de los dioses. Como se ha indicado anteriormente, las Metamorfosis pasan por el filtro de la óptica humana todo lo que ocurre en el mundo y en la propia alma humana. En este sentido se puede afirmar que si para el cristianismo Dios crearía al hombre a su imagen y semejanza, para Ovidio en cambio es el hombre el que crea al dios a su imagen y semejanza. Todos los dioses que se presentan en la obra están vistos desde un punto de vista antropomórfico. No siguen exactamente las reglas de los humanos, sino que están por encima de ellas, como bien razona Biblis en el libro IX, cuando para justificar la pasión amorosa que siente por su hermano recuerda que Júpiter está casado con su hermana Juno. Los dioses, a pesar de regirse por otras normas, siguen unos comportamientos profundamente humanos. En esto Ovidio se distingue de la piedad que mueve la obra de Virgilio. Frente al Júpiter justo y omnipotente de Virgilio, Ovidio muestra un Júpiter llevado por las pasiones humanas, en episodios como Júpiter e Io (libro I), Júpiter y Calisto (libro II), Júpiter y Europa (libro II) o Júpiter y Séleme (libro III). Se muestra como el esposo infiel y lujurioso, imagen de un dios, cargada de cierta desesperanza y de cierto nihilismo. A esta concepción del mundo contribuyen además comentarios aislados en diversas situaciones en los que Ovidio pone en duda la validez de los dioses.

   Para comprender la concepción que Ovidio tiene de los dioses es importante resaltar el episodio de Aracne (libro VI), que reta a Palas a confeccionar un tapiz (el esquema del reto se repite en numerosas ocasiones). Aracne confecciona un tapiz en el que se muestra el lujurioso y bochornoso comportamiento de los dioses, frente al tapiz de Palas que los muestra en toda su gloria. Palas debe admitir que el tapiz de Aracne es superior, y debe admitir ese comportamiento impropio de auténticos dioses.

   Las Metamorfosis además de ofrecer una visión del alma humana en todos sus matices, ayuda a comprender gran parte del arte en general. Es necesario conocer estos mitos, porque forman parte de la cultura occidental, y son temas imprescindibles que el arte ha tocado en todas las épocas. No se puede, por tanto, cerrar los ojos ante tales manifestaciones; y por supuesto, quedarse en la superficie del mito es un error, sino que hay que profundizar en todas sus implicaciones, como error sería quedarse en la superficie del arte en general. Conocer el significado del mito ayuda a comprender el significado del arte.

   Carlos García Gual, Introducción a la mitología griega, Madrid, Alianza Editorial, 1992.

   René Martin (dirigido por), Diccionario de mitología griega y romana, Madrid, Espasa Calpe, 1996.

   Antonio Ramírez de Verger (introducción, notas y traducción de), Metamorfosis. Ovidio, Madrid, Alianza Editorial, 1999.

Comentarios

comentarios