–¿Remordimientos? ¿Repugnancia? ¿Por qué? Ante el condenado no sentía la impresión de tener delante a un vivo, sino a un muerto. Desde el momento en que la sentencia había sido pronunciada, aquél se hallaba vivo sólo por tolerancia y por razones burocráticas. Había sido ya borrado legalmente del mundo de los vivientes y yo podía proceder a mi obra con la misma frialdad que tienen los médicos cuando descuartizan y despellejan un cadáver. El verdadero autor de la muerte, para mí, es el juez; yo no era más que un instrumento, como el cuchillo o la cuerda. ¿Por qué tenía que tener remordimientos? Si hubiese dependido únicamente de mí, no hubiera matado ni siquiera a una araña. Era el Estado quien me entregaba un cadáver viviente y me ordenaba que desembarazase a la Tierra de su presencia. Y luego la mayor parte de los ajusticiados eran asesinos y yo no les hacía nada más que lo que habían hecho a otros, que eran inocentes. […]
(Habla el torturador Tiapa.)
Giovanni Papini, Gog.
No puedo dejar de preguntarme cuál es el peor castigo que puede recibir el más terrible de los criminales. La célebre ley del Talión, de origen sumerio y babilónico, bajo el código de Hammurabi tenía como finalidad evitar las venganzas personales, ya que los castigos eran juzgados y establecidos por el Estado. Parece que desde la acuñación del «ojo por ojo y diente por diente» han pasado unos cuantos siglos, pero ya se sabe que de cuando en cuando las modas vuelven. En realidad es una práctica que nunca dejó de practicarse, pero en los últimos tiempos se ha visto auspiciado por un halo democrático que produce escalofríos. En Estados Unidos, donde se tiene a bien asesinar a los asesinos –no exagero, siguiendo al DRAE–, se ha dado un paso más, no podía ser de otra forma, en la utilización de métodos más «eficaces» que la pena de muerte demostrando una vez más que las leyes legislativas y las morales siempre han estado divorciadas. Por supuesto me estoy refiriendo a la tortura. Este impúdico método supone un refinamiento de la crueldad, porque exige la reflexión y la sangre fría de ponerlo en práctica.
Amnistía Internacional, en su pasado informe anual sobre los abusos realizados contra los derechos humanos, incluyó a Estados Unidos en la lista de sus 149 países. Los ataques por parte de los dirigentes norteamericanos contra A.I. no se hicieron esperar. Llovieron duras palabras por parte del presidente Bush, el vicepresidente Dick Cheney, la secretaria de Estado Condoleezza Rice, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el presidente del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Richard Myers. Si bien todos estamos pensando en la bahía de Guantánamo, A.I. señala que únicamente se trata de «la punta del iceberg», y que esta misma situación se repite en la base aérea de Bagram, en Afganistán, en prisiones de Irak y en multitud de prisiones secretas.
El abogado de derechos humanos Clive Stafford-Smith entró en Guantánamo y contó su experiencia. Stafford-Smith señala alguna de las torturas a las que son sometidos los prisioneros de Guantánamo, entre ellas profanaciones del Corán, descargas eléctricas, el strappado o garrucha –técnica empleada por la Inquisición Española–, etc. Donald Rumsfeld aprobó personalmente un memorándum en diciembre de 2002 que permitía el uso de medios de interrogatorio ilegales, bajo el nombre de técnicas «coercitivas», para burlar así la prohibición internacional del uso de torturas y malos tratos. Entre estas técnicas se autorizan las siguientes: aislamiento prolongado durante meses, encapuchamiento con música elevada que aísla al prisionero impidiéndole respirar y produciéndole pánico y desorientación, desnudar a la víctima, humillaciones sexuales, largos periodos de interrupción reiterada del sueño, técnicas de semiafixia, calor y frío extremos, simulacros de ejecución, uso de perros, etc.
En diciembre, aprovechando el Día Internacional de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional entregó en la Embajada de Estados Unidos en Madrid 11000 firmas a favor del cierre de Guantánamo. En Guantánamo se mantienen detenidas alrededor de 500 personas, entre ellas niños. No hay cargos contra estas personas, pues no fueron sometidas a juicio –cualquier juicio se llevará a cabo en el seno del ejército–. Se calcula que puede haber otras 12000 personas más recluidas en prisiones estadounidenses distribuidas por todo el mundo. Después de cuatro años de negociaciones la Comisión de Derechos Humanos de la ONU tuvo que rechazar la invitación del Departamento de Defensa para visitar Guantánamo porque las condiciones que imponía el Pentágono eran inaceptables.
¿Cómo es posible que permitamos que esto se siga prolongando?, ¿por qué nos empeñamos en mirar hacia otro lado, permitiendo que miles de personas sufran torturas en nombre de la democracia y de la «guerra contra el terror»?
Pon tu granito de arena para que esto cambie.
Grita en contra de la tortura.
Creo profundamente en los derechos humanos y no estoy de acuerdo con las torturas ni con la privación de libertad caprichosa (El hecho de que no se haya celebrado un juicio así nos permite llamarla).
Tu post es un grito que viene a remover conciencias adormiladas. Conocemos estas situaciones y con nuestro silencio las consentimos. Es bueno que de vez en cuando alguien nos pegue un grito para despertarnos. Saludos y gracias
Gracias a ti, Gatito, por tu visita y tu apoyo. Tal vez pueda parecer que uno a uno nuestra fuerza es mínima para conseguir un mundo más justo y que cumpla con los derechos humanos, pero uno a uno se construye la totalidad, como la Masa del poema de César Vallejo. No podemos permitir que se trate a seres humanos peor que a animales.
Yo viví la tortura durante meses en mi país en 1973 y vi morir gente por su propio mano o por consecuencia de la tortura. Desde entonces sé que en el hombre hay una bestia. Y desde hace algunos años, sé que en el hombre hay también un ángel con una espada, que mantiene a raya la bestia. Quiero decir que el ser humano es el torturador y el torturado, por tanto debemos hacer más esfuerzos para superar esta dualidad. Apuntar sólo al individuo torturador, me parece un autoengaño. Es cierta medida, él es inocente, pues es un enfermo que ha sido utilizado por nosotros.De qué otro modo se entiende la existencia de los ejércitos, las cárceles, la pena de muerte [que pagamos con los impuestos]? O cuál es el sentido de la voz del Papa, de los presidentes, organizaciones internacionales cuando exigen respeto a los derechos humanos mientras en secreto dan órdenes que atentan contra la libertad y la vida? Espero que se comprenda lo dicho, porque a pesar de todo, amo la criatura que somos, tan inteligente la más de las veces, y tan idiota en otras.
Homo homini lupus, que decía Hobbes. Los que torturan son una pieza más, el final del engranaje, el último eslabón de la cadena que ejecuta las órdenes de alguien superior. No sé si el que da la orden es más culpable que el que la ejecuta, si viceversa, o si habría que repartir la culpabilidad entre ambos. Creo que la maldad de los gobiernos que permiten y auspician las torturas, no se deben tanto a estas torturas como al cinismo y a la hipocresía que supone ofrecer su mejor cara al mundo.
Te entiendo bien. Un saludo.