Vicente Luis Mora

Vicente Luis Mora

   El mundo de las bitácoras va abriéndose camino poco a poco en los medios literarios más tradicionales, las revistas de toda la vida, como demuestra el artículo titulado “Blogs: las nuevas tertulias literarias” que Vicente Luis Mora ha dedicado al tema en el Mercurio de febrero. Aunque todavía existe una cierta reticencia a identificar el medio digital con un panorama representativo del mundo literario, algo que suscribe el artículo y en lo que estoy inevitablemente de acuerdo, Vicente Luis Mora pone de manifiesto algunas de las ventajas más significativas del uso de este medio. Su comparación, quizá algo atrevida, de las bitácoras con las antiguas tertulias de principios del siglo XX, al más puro estilo café Pombo, demuestra el óptimismo en esta herramienta que ha abierto y mejorado la comunicación entre todos los participantes de la actividad literaria, ya sean escritores, lectores o críticos.

   Con lo que no me es posible estar de acuerdo con Vicente Luis Mora es ese fetichismo del que habla por parte del escritor hacia la letra impresa en papel. Independientemente del valor sugestivo del libro, debido a su relevante papel a lo largo de la historia de la Humanidad, no es posible comparar este objeto con una bitácora, ya no por cuestiones de calidad sino porque en una gran parte de los casos el lector de bitácoras no es equiparable al lector de libros, ni tampoco puede existir una equivalencia entre el número de visitas recibidas y el número de ejemplares vendidos. Dice Vicente Luis Mora, de forma algo inocente, que a través de la bitácora recibe más lectores que los que puede obtener mediante una edición tradicional. El error en el que cae es el de identificar una simple visita con un lector real, cuando lo cierto es que una visita no ofrece ningún tipo de garantías. Recientemente he sobrepasado las cien mil visitas pero jamás se me ocurriría pensar que he tenido cien mil lectores. La inmensa mayoría de visitas llega a través de google buscando algún contenido concreto y se marcharán después de no encontrar lo que buscaban o justo después de haberlo encontrado. Los lectores de google no tienen ni pueden tener la fidelidad de los lectores de libros, que afrontan la lectura como una actividad consciente y voluntaria.

   Publicar en papel no puede ser simplemente un fetiche. Más bien es la búsqueda por parte de escritores de alcanzar un público fiel que garantice la memoria de lo escrito a las generaciones futuras.

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