Hace un par de navidades publiqué en esta misma página el delicioso relato de Paul Auster «El cuento de navidad de Auggie Wren», una maravillosa narración que con dos detalles ─¡pero qué detalles!─ dio lugar a la película Smoke. Como ejercicio mental me he propuesto buscar cada año para estas fechas, si las ocupaciones festivas me lo permiten, un cuento de temática navideña para hablar de él. En este caso el cuento elegido, «El cascanueces y el rey de los ratones» de Hoffmann, no voy a publicarlo como hiciera con el de Auster por motivos de extensión, y porque en definitiva no es difícil de encontrar por Internet.
No es necesario que me refiera al argumento porque como suele ocurrir con muchos relatos infantiles ─y es, en principio, un cuento para niños─ forma parte del acervo popular, dentro del subgénero de los cuentos de hadas, que comenzara con Charles Perrault y que a través de los hermanos Grimm engarza con Michael Ende. Pero la historia del «Cascanueces» debe sobre todo su popularidad al ballet que compuso Tchaikovsky, que no se basa directamente en Hoffmann sino en una obra de Alejandro Dumas titulada Casse-noissette que sí se basa en Hoffmann. En mi contra he de confesar que antes de conocer el cuento de Hoffmann mezclaba ciertas partes con «El soldadito de plomo» de Hans Christian Andersen, otro de esos cuentos infantiles que me han acompañado desde que tengo uso de razón.
Lo que se encuentra en Hoffmann más allá del elemento maravilloso y preciosista hasta el dulzor más ahíto ─me refiero a la descripción del reino de las muñecas, cuya herencia se percibe claramente en «El velo de la reina Mab» y en otras partes de Azul… de Rubén Darío─ ha sido una modernidad apabullante. Aunque el esquema de construcción narrativa de este cuento y de otros relatos de Hoffmann sigue un mecanismo muy simple y reiterativo, no hay que olvidar que los estudios de Propp parten de los cuentos tradicionales, la forma en la que introduce el elemento mágico dentro del relato anuncia caminos que resultarán profundamente fructíferos en el siglo XX. En un principio la historia se presenta como un relato realista a la manera tradicional, pero a partir de un momento determinado, y siempre de la mano de un misterioso personaje, se introduce el elemento mágico, que amenaza con invadir e incluso suplantar al mundo real. La modernidad de la obra se concentra, sobre todo, en esta técnica, que posteriormente manejará de forma magistral Kafka en sus narraciones y que en el fondo dará origen al realismo mágico.
El protagonista, María en el caso del «Cascanueces», se debate entre estos dos mundos con mejor o peor fortuna, decantándose finalmente por el mundo de la fantasía. Cascanueces es el personaje que sirve de guía, como el archivero Lindhorst en «El puchero de oro», y que acompaña al protagonista en un viaje iniciático que culmina con el triunfo absoluto de la imaginación. La construcción narrativa, como he dicho, es sencilla, basada frecuentemente en dualidades, empezando por la más evidente: realismo frente a imaginación. Los personajes se decantan por uno u otro mundo, aunque muchos de ellos pretendan permanecer en una zona intermedia. El modelo de funciones de Propp ─o modelo actancial en Tesnière y Greimas─ se puede aplicar perfectamente: frente al protagonista hay siempre un antagonista, que puede ser un personaje fantástico, como el rey de los ratones o un personaje realista, como los padres de María. También es fácil localizar a los personajes que eventualmente actúan como ayudantes: el magistrado Drosselmeier y su hermano Federico. En el caso de este último, su participación es fundamental porque entrega al Cascanueces el objeto que le permite alcanzar la victoria sobre el rey de los ratones: una espada.
Algo curioso narrativamente hablando es el uso del tiempo, manejado de forma algo tosca por parte de Hoffmann, pero necesario para conseguir un ambiente determinado. La acción comienza explícitamente en Nochebuena y continúa con el día de Navidad, que es el momento en que se entrega a María el Cascanueces como regalo. A pesar de que pasan los días: la convalecencia de María debido al corte con el cristal del armario tras la batalla entre los húsares y los ratones, los días que pasa meditativa y preocupada, otros tantos días bajo las amenazas del rey de los ratones…; el ambiente no deja de ser en ningún momento navideño. Se ha eliminado el tiempo en el mundo realista para conseguir un deliberado efecto de cuento navideño, aunque la Navidad sólo aparezca superficialmente en la historia, como un simple decorado de fondo.
Un último aspecto que no puede pasarse por alto, y que en muchas de las versiones que se hacen del cuento se omiten, es el matiz terrorífico de ciertos aspectos de la historia. Me refiero casi exclusivamente a la descripción que se hace del malvado rey de los ratones, con sus siete cabezas y sus siete coronas. Hoffmann consigue crear un personaje cruel, horroroso y despreciable que levanta los odios, miedos y desvelos de los más pequeños, que en definitiva son los auténticos destinatarios de este maravilloso relato navideño.
quisiera de que me digan el argumento de este cuento para una tarea de musica y que me lo digan hoy gracias
esta padre pero no podrian poner el nombre completo del autor?
Creo q eres un novato en este asunto… ya q Tchaikovsky SI se basa en el cuento de Hoffman… otra… lo de lo «tenebroso» segun tu, tiene un significado… cada cosa tiene un significado, desde todo lo q le cuenta droselmayer a maria o Mayor conocida como Clara; lo de «tenebroso» o sea, las siete cabezas de el Rey Raton, significa los 7 pecados capitales y las coronitas las malas virtudes; al igual q los gatos con sus doncellas q protejen a la princesa… lo ves? todo tiene un significado, pero no todo lo voy a decir aqui, si quieren saber mas mandenme un correo a:
natali_pandita@hotmail.com
y me conecto en la noche
gracias, espero les atraiga este tema
son unos amores los adoro
chaito
ala gracias me sirvió un montón pero plisss… para la próxima el argumento!!!
BYE
que mierdaaaaaa