Amanece que no es poco

Amanece que no es poco

   Con muchísimo trabajo ahora mismo —lo que me impide publicar tanto como quisiera—, pero mi situación actual me recuerda vagamente a algunas de las escenas de esa deliciosa locura, cima del surrealismo español, que es Amanece que no es poco. Arrancar una nueva etapa siempre cuesta, sobre todo a la parte de Sísifo que hay en mí; dejar atrás —momentáneamente— la ciudad de la que estoy enamorado es difícil, pero un cambio de aires nunca viene del todo mal. Al fin y al cabo, trabajar en un pueblo pequeño y vivir en una ciudad pequeña tiene sus ventajas. Por supuesto, la realidad no llega a ser tan idílica como la ficción, pero salvando las distancias y sabiendo que en todos lados cuecen habas, últimamente ha mejorado mucho mi calidad de vida laboral, y eso es de agradecer.

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