Un amigo me manda un correo electrónico titulado «El placer de la lectura». Es uno de esos correos que se reenvían a diestro y siniestro a todos los contactos y que corre como regueros de pólvora por la red de redes. El contenido versa sobre el polémico canon impuesto a las bibliotecas y se acompaña de un artículo de José Luis Sampedro que mezcla sinceridad a medias y melodramatismo con un toque muy efectista y que se cierra con un grito que arenga contra el pago por préstamo en las bibliotecas. Vaya por delante que estoy contra el pago de canon en las bibliotecas, pero es necesario hacer unas puntualizaciones, porque el correo, no sé si maliciosamente o por ignorancia, cae en algunos errores que perjudican más que benefician a aquellos que están contra el canon.
Está muy de moda cargar las tintas contra la SGAE en todo lo que a cobro de canon se refiere. Sin embargo, esta acusación, que se multiplica hasta el vértigo en foros y bitácoras, es falsa. La SGAE no tiene nada que ver en todo este asunto. El cobro del canon por préstamo es una medida impuesta desde la Unión Europea a la que España llevaba años oponiéndose. Este derecho, iniciado por Dinamarca en 1947, pretende asegurar a los autores una fuente de ingresos secundaria. El origen de la imposición se encuentra en una directiva aprobada en 1992 por el entonces Consejo de la Comunidad Económica Europea. Es el Tribunal de Justicia de la UE, y no es la SGAE, el organismo que ha considerado que España incumple la directiva sobre los derechos de autor. El incumplimiento de esta normativa europea supondría para España una multa de 300.000 euros diarios.
Es cierto que el canon bibliotecario es de 20 céntimos por préstamo. Sin embargo, esto no quiere decir que sea el propio usuario el que tenga que pagar los 20 céntimos cada vez que saque una obra de la biblioteca. El gasto, de hecho, no lo asume el usuario in situ, sino el Ministerio de Cultura, a través de fondos públicos que evidentemente sí pertenecen a todos los ciudadanos (el gasto es asumido por los usuarios y por los no usuarios). El canon se efectúa de la siguiente manera: la biblioteca realiza un único pago de 20 céntimos, adicional al pago por derechos de autor, cada vez que ingrese un título nuevo en sus fondos. La partida presupuestaria del Ministerio de Cultura para financiar este canon para el ejercicio del 2008 es de 300.000 euros. Por tanto, siempre será menor el pago del canon bibliotecario que la multa impuesta por el Tribunal de Justicia de 300.000 euros diarios.
¿Qué verdadero papel juega en todo este proceso la SGAE? Es cierto que la SGAE, al igual que otras entidades de gestión de los derechos de autor, percibe una parte de los beneficios que reporta el canon. Además, aunque el Ministerio de Cultura se haya hecho cargo del canon en 2007 y 2008 no es descartable que en un futuro deje de hacerlo, en cuyo caso sería la biblioteca la gestora del canon y tampoco es descartable que recayera de alguna manera sobre los usuarios.
Es decir, que los ataques contra el canon bibliotecario deben dirigirse, antes que al propio gobierno o al Ministerio de Cultura, a la UE. Es cierto que el canon es un ataque frontal contra la distribución de la cultura, lo que equivale a atacar a la cultura directamente. Así lo han entendido decenas de personalidades relevantes en el mundo de la cultura que están en contra del canon bibliotecario y que forman parte, junto con infinidad de profesionales relacionados con el mundo de la educación y de la cultura, de la plataforma No al préstamo de pago en bibliotecas.
Porque una protesta chapucera se descalifica a sí misma, lejos de actitudes encendidas e irreflexivas, es necesario saber qué es de verdad el canon bibliotecario y de dónde proviene antes de atacarlo. Así sabremos hacia dónde dirigir esos ataques.
Yo por no tener ni idea tenía de este canon. La verdad es que paso poco por las bibliotecas. Cuando quiero leer algo me lo compro directamente. Y bueno, pues eso, ser europeos tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Al fin y al cabo ya pocas cosas quedan que no se les haya puesto un valor. En un futuro puedo ver como habrá que pagar un canon por tener pareja o más hijos de los permitidos. Las distopías de mediados de siglo cada vez están más desactualizadas.
Te dejo un enlace sobre una noticia sobre una futura segunda parte de El Guardian entre en Centeno pero no de Salinger (y por eso este está que trina).
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Salinger/demanda/autor/pretendida/continuacion/guardian/centeno/elpepucul/20090602elpepucul_2/Tes
Yo las bibliotecas la verdad es que las uso bastante. Antes tenía la tendencia compulsiva a comprar libros y así estoy ahora, que no tengo dónde meterlos. Ahora soy un poco más consecuente: menos comprar libros y más leer. Si el libro me gusta mucho lo compro. Últimamente estoy muy selectivo en el tema de comprar libros.
De todos modos, las bibliotecas son necesarios distribuidores de cultura gratuita.
La noticia de la cotinuación de El guardián entre el centeno la había leído, sí.