Caricatura de Julian Assange de Jaume Cullell Fernandez

Caricatura de Julian Assange de Jaume Cullell Fernandez

    Todo parece indicar por el barullo formado a las puertas del número 3 de la calle Hans Crecent que algo interesante está pasando. Y es que debe ser algo medianamente gordo para que decenas de policías ‒con helicóptero incluido‒, simpatizantes, curiosos y periodistas de informativos y de prensa de todo el mundo se agolpen en la entrada de la embajada de Ecuador. Nadie diría que todos están pendientes de un hombre que reclinado sobre sillón de oficina de gomaespuma, con zapatillas de esas de andar por casa, apura un café mientras intenta desentrañar los entresijos de un sudoku. El drama de Assange es el del amigo que se te “encaloma” en casa por la cara porque se ha peleado con sus padres, pero al que después te da cosa dejar en la calle; ese que cada día te va incordiando un poquito más porque ahora el baño siempre está ocupado o porque ya no puedes salir al salón de tu casa en bolas, ya que como no tenías habitación de invitados le has hecho un apaño en el sillón del salón. Es el drama del hombre que llegó a toda prisa, con los calzoncillos justos, y oiga, van ya para sesenta noches, y sin un miserable cepillo de dientes, que tuvieron que prestarle uno in extremis. El drama de tener que arrinconar la cama todas las mañanas para que no parezca que recibe a las visitas en un vulgar dormitorio; de tener que asearse en un baño público; de que el funcionario de turno se equivoque y compre pan de centeno en lugar de integral, que así no hay forma de comerse a gusto ni el sandwich vegetal ni el de jamón york y queso; o de llamar cocina a un microondas, un lavamanos y una mininevera de las de hotel. Si por lo menos hubiera puerta trasera todo se vería con otros ojos. Y mientras la familia real saudí disfrutando de todo tipo de lujos en el piso de arriba. El drama de Assange es haber elegido embajada con demasiada precipitación, sin haberse parado un segundo a analizar los pros y los contras. Seguro que en la embajada de EEUU uno no pasa tantas penurias y puede vivir a cuerpo de rey.

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