Frente a unos medios de comunicación tradicionales claramente politizados ‒y fosilizados‒ Internet se ha convertido en la herramienta de la información plural y directa. Pero es arma de doble filo: a diferencia de la voz monocorde del periodismo de toda la vida, el mundo digital puede llegar a convertirse en la metáfora de un ruido ensordecedor y disperso que oscurece más que aclara el mundo en que vivimos.
Es por eso que en este complejo medio, donde basta con tener un blog y hacer un refrito de tres o cuatro periódicos digitales para considerarse periodista, se agradecen líneas editoriales honestas y valientes como la de eldiario.es. Sus ideales, llenos de hermosos mayúsculos con la Verdad a la cabeza, son el fin más sublime al que puede aspirar un periodista. Su forma de gestión recuerda al modelo de cooperativa donde los trabajadores son al mismo tiempo dueños de los medios de producción, lo que permite a Ignacio Escolar, su director, describirse como un grupo de periodistas que aspiran a comprar su libertad. La Independencia por bandera, ahí es nada en los tiempos que corren.
Lo han demostrado en los meses que llevan publicando en Zona Crítica. Basta con leer unas cuantas noticias y compararlas con las de esos panfletos ideológicos que son muchos de los rancios periódicos tradicionales. Pocos se han atrevido a explicar la crisis con el arrojo con que ellos lo han hecho. Un idealismo periodístico que en los tiempos inciertos en que vivimos parece peligroso. Sólo esperemos que simplemente puedan hacer su trabajo lo mejor que sepan y pueda y que no terminen como aquel otro caballero que quiso hacer del mundo un lugar mejor y acabó apaleado.
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