Berndnaut Smilde colecciona nubes. No, no es un excéntrico personaje sacado del Gog de Papini. Este artista holandés podría estar considerado como un señor del tiempo. Pero no del cronológico, sino del meteorológico. Su poder parece sacado de uno de esos absurdos superhéroes que dan más risa que respeto: es capaz de crear nubes en un recinto cerrado. No hay trampa ni cartón, solo una máquina de humos, combinada con humedad y algunos efectos de luz. Parece que a Smilde le atraía la curiosa idea de pasear por la sala de un museo con las paredes vacías y una nube de lluvia de acá para allá. Así fue cómo creó en 2010 una exhibición llamada Nimbus con su primera serie de nubes.
La imagen, desde luego, no deja de tener su aquel. Es como la nubecilla de los dibujos que está encima de una sola persona. Un punto de vista que a Smilde no le ha pasado inadvertido y que le ha llevado a interpretar su arte como un símbolo de la mala suerte. Pero independientemente de su carácter irónico o absurdo, las nubes de Smilde son también una profunda reflexión sobre el arte. Sobre la combinación entre espíritu creativo y tecnología y sobre lo efímero elevado a la enésima potencia. En realidad, pocas son las personas que han tenido el privilegio de estar bajo una nube de Smilde, que solo existe unos breves segundos antes de desvanecerse. Únicamente la fotografía da cuenta perdurable de su existencia. Muchas veces Smilde trabaja solamente en función a esa fotografía final, calculando con escrupulosa meticulosidad el espacio donde va a trabajar. De alguna manera, este espacio, deliberadamente vacío e inmenso, también queda incorporado a su obra.
Además de algunas de las fotografías de la obra de Smilde dejo también un video en el que se puede comprobar su proceso creativo.
Impresionante. No lo conocía pero me ha encantado.
La verdad es que es toda una curiosidad
A eso se llama vender humo, no arte.