En muchos aspectos Oriente ‒eso que simplistamente llamamos «Oriente» para englobar realidades tan distantes como el Oriente Próximo y el Lejano Oriente‒ y Occidente son dos mundos tan diferentes que parecen formar parte de planetas distintos. Diferencias tan enquistadas porque están en la raíz misma de ambas civilizaciones. Es lo que ocurre con el concepto de wabi sabi de la cultura japonesa. Un concepto originariamente religioso, que sobrepasa los límites del arte y que prácticamente puede proyectarse como una forma de entender la vida. ¿Pero qué es exactamente el wabi sabi?
Empecemos por Occidente. El pilar fundamental que ha sostenido el arte occidental durante siglos ha sido el canon de belleza de la antigua Grecia. La belleza entendida como el resultado de cálculos matemáticos, simetrías y milimétricas proporciones. La filosofía hizo el resto, en obras como el perdido tratado de El canon de Policleto: la Belleza, con mayúscula, pasó a identificarse con el Bien y con la perfección. Durante siglos el arte occidental ha tratado de conquistar esa Belleza, de alcanzar esa perfección. Y no ha sido hasta las postrimerías del siglo XIX ‒con algunas excepciones, por supuesto‒ que la búsqueda fue interrumpida.
En cambio, en el arte japonés el lugar ocupado por ese canon de belleza clásico corresponde al wabi sabi, que es el arte de la imperfección, de lo que está incompleto, de lo irregular y lo caduco, de lo asimétrico, lo sencillo y lo ingenuo. El wabi sabi no hay que entenderlo como producto final, sino como un camino por el que transitar, no es resultado sino potencialidad, es el anhelo de la naturaleza por perfeccionarse a sí misma. Para el budismo Mahāyāna es lla vía hacia una vida más sencilla, la liberación del mundo material. Uno de los mejores ejemplos del wabi sabi es el haiku japonés.
Así, la diferencia de arte y de pensamiento no puede ser más opuesta: Occidente ha partido desde el concepto de perfección y Oriente desde el de imperfección. Y no ha sido hasta el siglo XX que Occidente ha roto su etnocentrismo cultural y ha vuelto los ojos a otras civilizaciones hasta entonces consideradas de segunda categoría. Durante el siglo pasado, y sobre todo en lo poco que llevamos del presente, el wabi sabi ha sido rápidamente readaptado y europeizado, siendo aplicado sobre todo a la arquitectura y al diseño y dando como resultado libros tan curiosos como el de Leonard Koren titulado Desdiseñando el baño. Lo cierto es que, para bien o para mal, como recoge Luis Racionero en su ensayo Oriente y Occidente la brecha entre ambas civilizaciones es cada vez menos brecha. Cosas que tiene la globalización.
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Victor