La lectura, como el lenguaje, es una convención que tenemos tan asimilada que no somos conscientes de la cantidad de reglas que entran en juego para combinar en un orden determinado esos símbolos ‒letras, palabras, oraciones‒ y que adquieran un sentido concreto. ¿Qué pasaría si se intentaran dinamitar esas normas? Sin duda, la comprensión del texto se vería gravemente afectada. Algo así es lo que se ha propuesto en sus novelas Mark Danielewski, autor de culto por lo poco convencional de su escritura. Aunque en este caso no exactamente eso. Lo de Danielewski son más bien explosiones controladas contra la lógica del idioma. Es la sustitución del código convencional por uno nuevo, de elaboración propia, a modo de puzzle poético y narrativo. Leer a Danielewski es complicado, sobre todo, porque significa olvidarse de lo que tradicionalmente hemos venido entendiendo como lectura y exige reaprender a leer desde cero.
Eso es lo que este escritor estadounidense se ha propuesto desde su primera novela, House of Leaves. Y es también la idea sobre la que ha montado Only Revolutions, una novela que se lee al revés, y mucho más. Un vistazo rápido a cualquiera de las páginas del libro basta para comprobar que no se trata de una novela convencional ‒como tampoco lo es su web oficial‒. Cada página tiene hasta cuatro bloques de texto, los de arriba están al derecho y los de abajo al revés y ambas mitades tienen su propia enumeración.
El libro en realidad posee dos portadas, una con la cubierta vegetal y otra con la cubierta dorada, porque son dos historias, opuestas pero paralelas, cada una con su propio narrador, los amigos Sam y Hailey. Una página pertenece a una de esas historias y la siguiente a la otra; ahora bien, el texto de arriba forma parte de la historia que estamos leyendo y el de abajo pertenece a páginas posteriores de la historia opuesta. Eso explica la distinta enumeración. En cambio, la barra de texto que se encuentra a la derecha relata sucesos históricos que se ordenan cronológicamente.
El libro tiene unas cuantas curiosidades más. Por ejemplo, cada página contiene exactamente 180 palabras, la mitad al derecho y la otra mitad al revés. Si abrimos el libro por cualquier parte tendremos siempre por delante 360 palabras. Un revolucionario giro de 306 grados, vamos. Además, las letras «O» y los números «0» son de color dorado en una historia y verde en la otra, salvo en algunas ocasiones. Las palabras que empiezan por «al-» tienen la particularidad de que siempre duplican la letra «l», como en «allso» o «allone».
Todas estas complicaciones exigen al lector un nivel de concentración y de participación muy elevados, algo que modernamente se ha venido definiendo como literatura ergódica. No cabe duda de que este experimento es completamente intraducible a otros idiomas. Para disfrutar de Danielewski, el de verdad, hay que hacerlo en su lengua originaria.
No hay comentarios