La ciencia ficción es el caldo de cultivo perfecto para predicciones futuristas. Pero a poco que se lea este tipo de literatura uno llega a pensar que entre tantos y tan peregrinos vaticinios lo raro sería no acertar de vez en cuando. Y sin embargo, estas predicciones sobre lo que está por venir no dejan de sorprendernos y fascinarnos. El primer ejemplo se remonta a 1726, mucho antes de la invención de la ciencia ficción. Se trata de Jonathan Swift, que en Los viajes de Gulliver describió dos satélites de Marte, un descubrimiento, el de Fobos y Deimos, que no sería confirmado hasta 1877. Ahora bien, la ciencia ficción está tan vinculada a las predicciones tecnológicas que Hugo Gernsback, creador del término «ciencia ficción», describió con detalle el radar antes de que fuera inventado en la novela de 1911 Ralph 124C 41+.
Aunque el trono indiscutible de los visionarios tecnológicos se lo ha ganado justamente, con decenas de predicciones cumplidas, Julio Verne, que en propiedad no debería ser considerado escritor de ciencia ficción ‒o por lo menos eso pensaba él mismo‒. En sus dos novelas De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna Verne ofrece un montón de detalles sobre el viaje espacial, sorprendentes para el siglo XIX, incluyendo la ingravidez, el módulo lunar o el amerizaje de regreso a la Tierra. En La isla misteriosa anticipa el ascensor y en Una ciudad flotante los transatlánticos. En un artículo publicado en 1889 titulado «En el siglo XIX: La jornada de un periodista americano en el 2889» Verne sigue con sus predicciones: la publicidad en el aire, la webcam y la retransmisión de cortes informativos ‒las primeras noticias por radio no serían retransmitidas hasta 1920‒.
En 1870 publicó Veinte mil leguas de viaje submarino, catorce años antes de que Isaac Peral inventara el submarino eléctrico. El aparato que Verne describe, con motor eléctrico incluido, no es muy distinto de los submarinos actuales. No ocurre lo mismo con el helicóptero, anticipado en Robur el Conquistador, porque aunque anticipado, el helipcótero de Verne parece más un barco con hélices que un moderno helicóptero. Muchos han visto también una anticipación a Internet en la red mundial de comunicaciones que aparece en París en el siglo XX, una novela que curiosamente permaneció inédita hasta que su bisnieto la encontró en 1989 y fue publicada en 1994. Aunque el moderno Internet, tal y como lo conocemos, no fue anticipado hasta la tardía fecha de 1990. Ese año el escritor David Brin publicó una novela titulada Tierra en la que se describe un sistema de streaming de vídeo y audio y un sistema de hipertextos a través de enlaces.
Frente a Verne H.G. Wells ha pasado a la historia como un escritor fantasioso. Sin embargo, en El mundo liberado de 1914 hace dos increíbles predicciones: la energía nuclear y el uso de la bomba atómica en una futura guerra con Alemania.
A finales de los 90 la Humanidad se estremeció ante el anuncio oficial de la primera clonación, la de la oveja Dolly. Me pregunto qué hubiera pensado Huxley sobre esta noticia. El escritor inglés ya lo había predicho en su novela Un mundo feliz de 1932. De momento, que se sepa, la clonación se usa exclusivamente con fines terapéuticos, pero en el oscuro vaticinio de Huxley se crea un mundo de seres humanos clonados que nacen predestinados ‒o más bien clasificados‒ según a una clase social y a un trabajo determinado. En definitiva un mundo feliz, pero a qué precio.
El turismo espacial hoy en día es una realidad. Basta con alzarse 100 kilómetros sobre la altura de la tierra. Eso y tener 20 millones de dólares, que es lo que pagó en 2001 a la Agencia Espacial Federal Rusa Dennis Tito, el primer turista espacial. Pero en 1961, cuando Arthur C. Clarke escribió Naufragio en el mar selenita, ocho años antes de que el hombre pusiera por primera vez el pie en la Luna, era algo que parecía prácticamente imposible. Clarke imagina la historia de unos turistas millonarios que se quedan atrapados en un cráter lunar. Una visión muy distinta a la del hotel espacial que Roald Dhal ofrecería en 1973 en Charlie y el gran ascensor de cristal.
Pero el clásico de las predicciones tecnológicas es el robot. Si entendemos por robot como un artefacto programado para una tarea concreta y repetitiva, ¿qué sería de nuestro mundo sin ellos? Pues bien, esta palabra, que proviene de la palabra checa «robota» y que significa «servidumbre», se hizo popular a partir de una novela de Karel Capek de 1921 titulada RUR. En la novela de Capek los robots, que eran usados como mano de obra barata, acaban rebelándose contra los seres humanos y destruyendo la humanidad. ¿A alguien le suena de algo este argumento? Sería usado por Philip K. Dick en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y por Isaac Asimov. Escalofriantemente el camino hacia el que va el mundo de la robótica cada vez parece más a esos humanizados robots anticipados por Capek.
Si Verne tiene la medalla de oro de los escritores visionarios, en lo que respecta a Asimov merece sin duda la de plata. Pero claro, Asimov hizo tantos pronósticos que era inevitable acertar en algunos. En los artículos recogidos entre 1974 y 1980 en ¡Cambio!, 71 visiones de futuro Asimov especula sobre la manera en la que puede cambiar el mundo. Anuncia el uso de Internet ‒también‒, las videoconferencias, las bibliotecas digitales o el dinero electrónico. Otras predicciones fueron menos acertadas ‒de momento‒, como la adopción de un lenguaje universal o lo irreemplazable del libro como objeto de papel. Algunas de sus predicciones están cogidas por los pelos. Como en su novela de 1966 Viaje alucinante. Ese viaje alucinante en cuestión fue el de unos médicos, reducidos a minúsculas proporciones para poder operar al paciente. También se redujo el instrumental quirúrgico, lo que muchos han entendido como una anticipación de la microcirujía. Asimov grabó en 1988 una entrevista donde dejaba entrever las posibilidades de los ordenadores y de Internet con vistas al conocimiento y a la educación. Está claro que Asimov era tremendamente optimista. Jamás hubiera predicho que Internet fuera usado para subir imágenes de gatitos o vídeos con bailes de moda.
Magnifica entrada. Pero creo que te olvidas de George Orwell. Su visión del futuro en 1984 parece una fotocopia de nuestro tiempo. Lenguaje inventado, el habla-escribe, la pantalla que todos tienen en su casa, enemigos cambiantes, alienación de las masas por los medios y víctimas inocentes de bombardeos y masacres. En cuanto a mi favorito, Asimov, es cierto que no anduvo fino con lo de que los libros serían insustituibles o que los niños corregirían sus deberes en el 2020 con tarjetas perforadas; pero lo compensó sobradamente no sólo en sus novelas sino en sus magníficos artículos científicos donde dio ideas tanto científicas como sociales ya que se le atribuye incluso uno de los mejores, manifiestos feministas, el artículo de 1969: «Indecisa, coqueta y difícil de complacer»
Un saludo.
Tienes razón en cuanto a Orwell, pero he querido centrarme en predicciones sobre tecnologías. No descarto hacer un nuevo artículo con otro tipo de predicciones. En el caso de Asimov, simplemente da miedo pensar en todo lo que es capaz de construir un ser humano (y me refiero al conjunto de su obra). Un saludo.
¡Un momento! ¿Qué hay de Samuel Butler y su novela «Erewhon»?
[…] Extraña y singular donde las haya, la narración de Poe decía basarse en hechos reales, dentro de la larga tradición de novelas que gustan de presentar la ficción como realidad y que incluye historias como Los viajes de Gulliver o Robinson Crusoe. Sin embargo, lo cierto es que más que basarse en un acontecimiento pasado hay que decir que la novela de Poe adelanta algo que todavía estaba por ocurrir, algo que es más frecuente en la literatura de lo que pudiera pensarse, sobre todo dentro del género de ciencia ficción. […]
Han podido tener acceso a las Psicografias de el Argentino Parraviccini? Habla de el Bebe Probeta, una Futura Guerra Mundial, un Nuevo Orden Politico y Economico, Satelites Artificiales alrededor de la Tierra asi como la Presencia de Civilizaciones Extraterrestres de forma abierta, y todo esto en la Deacada de 1940, cuando el Hombre aun no Desarrollaba el Proyecto Apolo. Vale la Pena Mencionarlo tambien.
[…] y de prevenir el segundo ‒y que vemos en utopías como 1984, Farenheit 451 o Un Mundo Feliz –. Las anticipaciones de la ciencia ficción al futuro son innumerables. Eso explica que Rod Serling, autor de La Dimensión Desconocida, definiera la ciencia ficción con […]
[…] cuestiones, pero no conviene subestimar los escenarios descritos en algunas distopías, porque la ciencia ficción en muchas ocasiones se hace realidad, tal y como demuestra la siguiente lista de novelas, a veces se da en el blanco y los peores […]
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[…] openmind, lapiedradesisifo, […]