Jump Book de Halsman

Jump Book de Halsman

   Fotografiarse saltando es una de esas maravillosas costumbres que se ha vuelto muy popular en Internet últimamente. Seguramente está relacionado con la capacidad fotográfica para apretar el botón en el instante decisivo, captando una imagen única e irrepetible. Pero el invento viene de antiguo. Captar el instante es algo que Henri Cartier-Bresson hace como nadie, y su fotografía de Tras la estación de Saint Lazare de 1932 es una buena muestra de cómo captar toda la tensión del salto.

   Aunque si hubiera que hablar de un fotógrafo del salto por antonomasia ese sería Philippe Halsman. Algunos de sus retratos de celebridades se han convertido en auténticos icónos, reproducidos una y otra vez en publicaciones, sellos, anuncios, etc., como ocurre con el de Alfred Hitchcock, el de Albert Einstein o los retratos de Dalí. No en vano Halsman ostenta el record de mayor número de portadas de la revista Life, 101 concretamente. En la década de los 40 comenzó una serie de colaboraciones con Dalí que darían como resultado, entre otros trabajos, la famosa y surrealista fotografía Dalí Atomicus. En ella vemos a un Dalí ‒y a todo lo que le rodea‒ en suspensión.

   Parece que este trabajo inspiró a Halsman la idea de profundizar más en el salto como tema fotográfico. A principios de los 50, y durante seis años, Halsman empieza a pedir a los famosos que retrataba que saltaran para él al final de la sesión fotográfica. Este experimento daría como resultado la serie Jump Portraits, recogida en el libro Jump Book, y consagraría a Halsman como el inventor del «jumping style» o «jumpology». La filosofía que hay detrás del salto la explicó el propio Halsman: «Al saltar, una persona logra vencer la fuerza de la gravedad gracias a una súbita explosión de energía. No es capaz de controlar simultaneamente sus expresiones, los músculos de sus extremidades y del rostro. Se quita la máscara, revelando su personalidad».

   Y desde luego razón no le falta. Solo hay que comparar los saltos de, por ejemplo, Grace Kelly o Marilyn Monroe con los de Benny Goodman o el duque y la duquesa de Windsor para comprobar que cada salto tiene impresa la personalidad del retratado. Una de las cosas que más sorprende de Hoslman, por cierto, es su capacidad para convencer a personajes públicos formales de que salten, como ocurre con los duques de Windsor o con Nixon. Sin duda, su genio artístico era suficiente aval de la profesionalidad de las fotos.

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