Los tatuajes han existido siempre. El más antiguo pertenece a una momia neolítica conocida como Hombre de Hielo u Ötzi que tiene unos 5200 años. Cada cultura les ha dado una significación distinta: ritual o simbólica, como marca de criminales, con fines terapéuticos, puramente ornamental o para abscribirse a un determinado grupo social. En Occidente, durante muchas décadas fueron un signo de rebeldía, al igual que el piercing, un sentido del que poco a poco se han ido desponjando, sobre todo a partir del movimiento hippy de los setenta, para convertirse en un elemento decorativo más. Finalmente se ha terminado por generalizar, e incluso banalizar. El hombre moderno, mucho más consciente de que todo en él comunica, sabe que puede cargar su cuerpo de significado, convertirlo en carne hecha palabra, de que puede usarlo como una forma más de transmitir información.
Lo normal es elegir como motivo algo que nos haya marcado, que sea significativo, un hito en nuestras vidas, que en el caso de muchos lectores bien podría ser un libro. Parece más elegante y sofisticado que tatuarse amor de madre en el brazo o un dragón en la espalda. Y desde luego más fiable que un corazón con el nombre amado: es más difícil desenamorarse de ciertos libros que de las personas. Ahora bien, no todos los tatuajes literarios son iguales. Pueden ser pequeños detalles en lugares ocultos o gigantes carteles que nos anuncien en la distancia como lectores de un libro. También hay que distinguir entre los textuales, que reproducen una cita, unos versos, o algún fragmento de texto; y los gráficos, que reproducen algún personaje, una escena significativa o una famosa ilustración del libro.
En 2010 Eva Talmadge y Justin Taylor publicaron The Word Made Flesh: Literary Tattoos from Bookworms Worldwide, una especie de catálogo de tatuajes librescos que puedes consultar en su página. Además de esta, otra página que también recoge bastantes muestras de tatuajes literarios es Contrariwise, donde los encontrarás organizados por categorías, dependiendo del autor o libro que busques. Basándose en en ambas páginas y en búsquedas en Google Imágenes el diario Publishers Weekly hizo un ranking con los tatuajes literarios más frecuentes.
El ranking lo encabeza Chuck Palahniuk y su famosa cita de El club de la lucha «Es sólo después de haber perdido todo, que eres libre de hacer cualquier cosa», difundida sobre todo a raíz de la película. Aunque si hay que echar mano a una misma cita repetida el rey de los tatuajes literarios es sin duda Kurt Vonnegut y su «So it goes» ‒«Así son las cosas»‒ que aparece en su Matadero cinco cada vez que hay alguna situación de pérdida o de muerte. Alicia en el País de las Maravillas es, en cambio, el libro que más variedad de tatuajes literarios ha inspirado. Además de la protagonista de la historia, son personajes recurrentes el gato de cheshire, el sombrerero loco, el conejo blanco o el dodo. En cuanto cita, la que más abunda es «We’re all mad here».
Quizá sea por la necesidad de conectar con el niño interior, pero lo cierto es que el género de infantil y juvenil es uno de los más tatuados. Cómo resistirse a las ilustraciones de Donde viven los monstruos hechas por Maurice Sendak o a las de El principito de Antoine de Saint-Exupéry. Este último libro da muy poco margen a la originalidad: el principito mirando a las estrellas, el elefante engullido por la boa o la famosa cita «Solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos». Curiosamente la soledad y la amistad están presentes en ambos libros.
Aunque los tatuajes en inglés o sobre literatura inglesa parece que sean los que más abunden, también hay referencias a la literatura española, siendo el Quijote uno de los grandes reproducidos, más por ser representación de lo hipánico que por su carácter literario. Y de todas las versiones del Caballero de la Triste Figura la más popular es la que Picasso, otro símbolo de lo hipánico, hiciera en 1955 para la publicación francesa Les Lettres Françaises.
En fin, por si acaso estás decidido a hacerte un tatuaje, recuerda la máxima latina que dice scripta manent. Un tatuaje es palabra permanente, de esas que es mejor meditarlas. Aunque pueda borrarse ‒después de un proceso largo, caro, doloroso y no siempre infabible‒, conviene no tomarse a la ligera la decisión de hacerse uno. Si a pesar de todo lo has pensado y estás decidido a hacerlo, en caso de que seas lector, espero que este artículo te haya dado algunas ideas. De todos modos, por si acaso, te dejo unos cuantos tatuajes literarios más.
Se ven muy románticos a mi me gustaría uno con alguna de las mejores frases de Neruda, vean esto
http://tatuajex.com/545/los-tatuajes-y-la-literatura
Bien por estos tatuajes!! Yo también tengo uno que decidí no quitarmelo de mi cuerpo. Yo pienso que es un tipo de tatuaje con frases inspiradoras que significan algo en tu vida.