Hay fotografías que con solo verlas uno es capaz de presentir que detrás de la imagen debe haber una historia interesante. En el caso de Dalí Atomicus de Philippe Halsman la extrañeza que produce es tanta que la historia no se presiente, se sabe.
Philippe Halsman llegó a Nueva York en 1940 sin dinero, sin contactos, con algo de inglés y con una cámara bajo el brazo. Dos años después su trabajo apareció en la portada de la revista Life, con la que colaboraría durante 30 años y en la que publicó hasta 101 portadas. En 1941 se reunió con Dalí y se pusieron de acuerdo para hacer algunas colaboraciones. Halsman estaba fascinado por captar el movimiento, sobre todo a partir de la fotografía que Harold Edgerton hizo en 1936 titulada Milk Drop Coronet, donde puede verse una gota de leche impactando sobre la superficie de un líquido rojo. Cuando le dijo a Dalí que quería hacerle una fotografía donde se captara el movimiento, el pintor surrealista quedó encantado con ser el protagonista de un retrato poco convencional. Pero, ¿cómo podría ser la fotografía? Con Dalí de por medio no era demasiado raro que salieran algunas propuestas disparatadas, como hacer explotar un pollo y fotografiarlo en el momento preciso, una que fue descartada por ser demasiado violenta.
Finalmente optaron por usar una surrealista combinación de gatos, una silla y un cubo de agua. Se decidió que Dalí aparecería saltando, algo que es muy común en los retratos de Halsman, como se puede ver en la amplia serie de fotografías que tiene de celebridades saltando. La escena definitiva que Halsman registra con su cámara aparentemente no tiene demasiada lógica: por la izquierda Yvonne, la esposa de Halsman, sostiene una silla y un ayudante tira un cubo de agua, por la derecha otros ayudantes tiran tres gatos, mientras Dalí salta en la parte centroizquierda de la imagen frente a un caballete también en suspensión. En realidad esa es la única lógica de la fotografía: todo está en suspensión, incluso el cuadro que está a la derecha de la imagen, Leda Atómica, del que deriva el nombre de la fotografía.
Aunque el resultado final parezca fruto del azar, no fue fácil ni mucho menos llegar a esta fotografía. Fueron necesarios 28 intentos y seis horas de duro trabajo para llegar a la fotografía final. A esta última foto se le hicieron algunos retoques: se eliminaron todos los elementos sobrantes ‒las manos de Yvonne, las cuerdas de piano que sujetan el caballete y el cuadro de Leda Atómica y el soporte que mantiene en equilibrio el soporte del cuadro‒ y además se añadió un lienzo en el caballete de Dalí, aunque curiosamente en la sombra todavía aparece vacío.
La foto de Dalí Atomicus apareció a doble página en la revista Life y desde el primer momento fue un éxito rotundo, reproducida, reimpresa o incluso parodiada en infinidad de ocasiones.
Dalí y Halsman hicieron algunas colaboraciones más después de la famosa fotografía. Como resultado de una de ellas fue publicado en 1954 un libro titulado Dali’s Mustache, en el que aparecen 36 fotografías del inconfundible bigote de Dalí desde distintos puntos de vista. Pero eso es ya otra historia.
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