Tras el triunfo de la Revolución Rusa de 1917 los bolcheviques se empeñaron en erradicar completamente la religión, que consideraban como un veneno para el pueblo, y para ello iniciaron una serie de persecuciones sistemáticas contra la Iglesia. Entre los muchos episodios que tuvieron lugar en esas fechas, y que incluían generalmente el asalto a monasterios e iglesias y la confiscación de sus bienes, llama la atención uno en concreto. Tuvo lugar en Moscú el 16 de enero de 1918 y fue el «Juicio del Estado Soviético contra Dios por sus muchos crímenes contra la Humanidad».
Se trató de una simulación de un juicio, presidido por el comisario del pueblo para la instrucción pública Anatoli Vasilievich Lunacharski, conocido sobre todo por su labor como crítico literario y por ser uno de los fundadores del movimiento artístico proletario. Con una Biblia situada en el banquillo de los acusados, durante más de cinco horas se leyeron los cargos que el pueblo ruso, en representación de toda la especie humana, formulaba contra Dios. Se presentaron pruebas tanto en su contra, en forma de testimonios históricos, como a su favor, incluyendo una petición de absolución alegando «grave demencia y trastornos psíquicos». El tribunal popular desestimó esta última petición y Lunacharski acabó leyendo la inevitable sentencia. Dios fue declarado culpable de genocidio y de crímenes contra la Humanidad y condenado a muerte. La sentencia, que no podría ser recurrida ni aplazada, debía ser ejecutada al día siguiente.
Así que a las seis y media de una fría mañana de un 17 de enero de 1918 un pelotón de fusilamiento mató simbólicamente a Dios disparando cinco ráfagas de ametralladora contra el cielo de Moscú. La ejecución de la sentencia se repitió en otros lugares, en muchos casos disparando no contra el cielo sino contra imágenes y monumentos cristianos.
Como curiosidad, decir que en 1933 Stalin nombró a Lunacharski embajador en España, aunque murió en Menton, Francia, antes de poder tomar posesión de su nuevo cargo.
Alguien dijo «Si las naciones supieran quienes las gobiernan, se horrorizarían» No tengo palabras para hacer comentario al respecto, sólo puedo decir ¡¡hay cada loco en funciones de liderazgo!!