Con solo 26 años Tom Martin se ha abierto un hueco en el mundo del arte. Y no es para menos. Al ver su serie dedicada a envases, etiquetas y alimentos no es extraño confundir algunas de sus pinturas hiperrealistas con fotografías. Su obra es una especie de reinterpretación moderna del viejo tema clásico de la naturaleza muerta. De hecho, la filosofía es la misma. Arrancar la belleza de lo cotidiano, de lo banal. Pero eso sí, la dieta de Martin es para todo tipo de paladares. En ella encontraremos gofres, fresas, nueces, barras de chocolate, pasta, verdura, aceitunas, tomates, aceite y otros productos envasados. Aunque a diferencia de las naturalezas muertas del Barroco, las de Tim derrochan vida. Los alimentos son siempre frescos y apetecibles, y en lugar de encontrar las típicas calaveras en sus pinturas aparecen en ocasiones diminutas y voluptuosas jóvenes desnudas acompañando a los alimentos.
Tim trabaja fundamentalmente con acrílico, combinando pincel y aerógrafo, sobre madera o aluminio y tarda unos dos meses en hacer uno de sus cuadros. Sus cuadros han llegado a cotizarse entre 5000 y 25000 libras, lo que ha llevado a algún medio a anunciarlo como «el KitKat de las 25000 libras». Para Anne Marie Sjoholm, dueña de la Plus One Gallery de Chelsea, al oeste de Londres, y encargada de vender la obra de Tim, el éxito de su pintura se basa en una idea muy sencilla: «Sus pinturas parecen realista porque se esfuerza por representar lo que es real».
Aunque usa como referencia fotografías para componer sus trabajos, su objetivo no es simplemente copiarlas ni hacer pinturas que sean una copia exacta de la realidad. La finalidad de su arte es cuestionar la realidad y la forma en que se percibe. Por eso, en ocasiones, introduce en sus cuadros algún elemento físicamente imposible. La yuxtaposición entre lo que aparentemente es real y ese elemento irreal sugiere la existencia de otro mundo artificial. Y a pesar de todo el espectador trata por todos los medios de identificar aquello que tiene delante como algo real. Al ver la imagen por la pantalla de un ordenador la confusión con la pintura es mayor, pero en el momento en que estás en persona frente al cuadro tienes que verlo necesariamente con otros ojos.
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