Una española es la dueña del Sol

Una española es la dueña del Sol

   En 2010 la gallega Ángeles Durán se declaró, ante notario, como la única y legítima propietaria del Sol. No era la primera vez que Ángeles daba que hablar, y es que justo en ese momento se encontraba en juicio con la SGAE, a quien exigía entre 100.000 y 200.000 euros en concepto de derechos de autor por el grito de Tarzán, registrado bajo el nombre de «La llamada». Según explicó a raíz del episodio del Sol, «existe un convenio internacional por el cual ningún país puede hacerse dueño de los planetas, pero tal acuerdo no vincula a los particulares y hay un americano que escrituró casi todos los planetas y la luna; pero no el Sol».

Dennis Hope

Dennis Hope

   Ese americano del que habla Ángeles Durán es Dennis Hope, que en 1980 registró a su nombre la Luna y todos los planetas del sistema solar. Justo después de presentar una declaración de posesión de los planetas con sus respectivas lunas ante la ONU y los gobierno de EE.UU y la URSS los dividió en parcelas e inició su venta. Creó la empresa Lunar Embassy y ofreció terrenos desde precios bastante asequibles, unos 20 dólares. Puede parecer una broma, pero ha llegado a vender 1,6 millones de parcelas y en la actualidad vende unos 1.500 terrenos al día . De hecho, Hope ha vendido terrenos lunares a unas seis millones de personas en 80 países y a más de cien corporaciones. Entre los inversores encontramos a estrellas de Hollywood ‒Tom Hanks, Tom Cruise, Nicole Kidman y Meg Ryan‒, dos expresidentes de los EE.UU ‒Ronald Reagan y Jimmy Carter‒, o cadenas hoteleras como el Hilton o el Marriot. Se calcula que la ganancia de Hope por estos negocios asciende a 120 millones de dólares. Además vende por 75 mil dólares los derechos para establecer sedes de la Embajada Lunar en más de 12 países.

Ángeles Durán

Ángeles Durán

   Lo que Ángeles Durán pretendía registrando el Sol no era sino repetir la jugada de Dennis Hope, ya que se proponía cobrar un canon a todo aquel que utilice la energía solar. Pero lo que la gallega no sabía es que en 2001 Virgiliu Pop, abogado y experto en Derecho Espacial, ya había registrado el Sol bajo su propiedad precisamente para denunciar lo ridículo de la situación.

   Aunque Hope no fue ni mucho menos la primera persona que trató de adueñarse del espacio exterior. En 1936 A. Dean Lindsay reclamó la propiedad de todos los planetas, excepto de la Tierra, y los rebautizó con el nombre de Archapellago de A. D. Lindsay. Sus intenciones también eran económicas, y por eso se encargó de registrar para sí los derechos de explotación. Parece que hubo gente que se lo tomó en serio, porque recibió ofertas para comprarle la Luna, alguna estrella o alguna constelación y llegó a hablarse de él como «el hombre más rico de todos los tiempos».

James Thomas Mangan

James Thomas Mangan

   Sin embargo, a Lindsay se le olvidó mencionar en su registro el espacio entre los cuerpos celestes y en 1948 James Thomas Mangan lo reclamó para sí en nombre de la humanidad. Una vez que hizo el registro de la propiedad Mangan aprovechó sus nuevos dominios para fundar con ellos una nueva nación llamada Nación del Espacio Celestial o, a secas, Celestia. Mangan llegó a enviar una carta a la ONU solicitando el ingreso de su república monárquica y cuando empezó la carrera espacial envió notificaciones a EE.UU., a la URSS. y al Reino Unido prohibiendo usar las regiones más allá de nuestra atmósfera sin su permiso, lo que incluía el envío de satélites artificiales. En 1957 concedió una licencia especial a EE.UU. para permitirle que pudiera realizar el primer viaje a la Luna.

   A todos los efectos la Celestia de Mangan funcionó como una micronación en toda regla. El día de su fundación fueron inscritos en el registro 19 habitantes y parece que consiguió llegar hasta unos 100.000 habitantes. Creó su propia bandera, su escudo, sus sellos y su moneda de curso lega, el celestón, una pieza de oro de 2,20 gramos que hoy puede llegar a alcanzar precios muy elevados porque son muy escasas. Su hija Ruth fue nombrada princesa de Celestia y sus nietos fueron respectivamente duque de Selenia, duque de Marte y duque de la Vía Láctea. Con la muerte de Mangan en 1970 Celestia acabó cayendo en el olvido.

Jenaro Gajardo

Jenaro Gajardo

   Pero no todos los que reclamaron el espacio exterior tuvieron pretensiones económicas. El abogado, pintor y poeta chileno Jenaro Gajardo, que había fundado la Sociedad Telescópica Interplanetaria para recibir a los extraterrestres, registró la Luna a su nombre en 1954 en «un acto poético de protesta», según dijo él mismo, para poder crear en el futuro un mundo sin envidias, odios, vicios ni violencia. Existe una leyenda que dice que en 1969, antes del alunizaje del Apolo 11, el presidente Richard Nixon envió a Gajardo el siguiente comunicado solicitándole permiso: «Solicito en nombre del pueblo de los Estados Unidos autorización para el descenso de los astronautas Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que le pertenece». A lo que Gajardo parece que respondió: «En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Whitman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente». En su testamento Gajardo legó la Luna a todo el pueblo chileno con la siguiente frase: «Dejo a mi pueblo la Luna, llena de amor por sus penas».

   Para evitar este tipo de apropiaciones la ONU elaboró en 1967 el Tratado del Espacio Exterior por el que se prohíbe el registro y la compraventa de objetos que estén más allá de la Tierra. Dennis Hope, sin embargo, consiguió eludir el tratado, ratificado en 2013 por 102 países, amparándose en un vacío legal que permite reclamar el espacio exterior a particulares como bien privado y construyó su imperio con la venta de humo. El mismo vacío legal que hoy en día han aprovechado numerosas compañías para extender, sin escrúpulos, los tentáculos de la burbuja inmobiliaria por todo lo largo y ancho del Universo.

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