Superpoblación y dignidad humana

Superpoblación y dignidad humana

   He visto muchos vídeos que hablan sobre el ritmo de la superpoblación en el planeta, pero el que más me ha llamado la atención ha sido este. La población crece como un goteo constante. En 1500 se calcula que vivían en el planeta unos 400 millones de personas. Entre 1500 y 1800 esa cifra prácticamente se duplicó y entre 1800 y 1900 volvió a duplicarse hasta llegar a los 1.600 millones. Para 1960 volvió a doblarse y desde esa fecha al año 2000 volvió a duplicarse. Más que la apabullante cifra de población mundial, unos 7.000 millones de personas en la actualidad, lo que asusta es el ritmo de crecimiento que tenemos. Si la población sigue duplicándose cada 40 años para el año 2600 el ser humano tendrá que acostumbrarse a vivir pegado hombro con hombro.

   En una entrevista Isaac Asimov planteó las consecuencias morales y legales de la superpoblación usando como símbolo el cuarto de baño. Si en un piso viven dos personas y hay dos cuartos de baño no deberían tener ningún problema para usarlos. Cada uno tendría el suyo y podría entrar, permanecer en él o usarlo para lo que quisiera. En esa situación sería sencillo defender el derecho de la persona a usar un cuarto de baño y la libertad de hacerlo cuándo y cómo quisiera. Incluso defenderíamos que esos derechos y esas libertades fuesen recogidos en una Constitución.

   El problema surge cuando el número de habitantes del piso aumenta rápidamente y hay solo dos cuartos de baño para, digamos, veintidós personas. En ese caso habrá que establecer turnos para usar el cuarto de baño, especificar qué es lo más urgente y lo menos urgente, qué lo que se puede y lo que no se puede hacer en él. Habrá que establecer otro tipo de normas, como por ejemplo llamar antes de entrar, etc. En definitiva, hay que llegar a un acuerdo en el que los derechos y libertades de uso del cuarto de baño tienen que verse reducidos en beneficio de la comunidad. Imaginemos que el número de habitantes del piso sigue aumentando y que llegamos a tener doscientas personas para esos dos cuartos de baño. Las normas serían cada vez más estrictas y el acceso a los cuartos de baño sería cada vez más reducido y precario, hasta llegar a un punto en el que estaría por debajo de lo que se considera admisible o incluso podría llegar a ser calificado de infrahumano.

   Ahora convirtamos los cuartos de baño de la metáfora en los recursos finitos que ofrece el planeta. Parece evidente que cuanto mayor es la comunidad menor es la parcela de los derechos y de las libertades individuales. Lo que quiere decir Asimov con esta metáfora es que a medida que aumenta la población planetaria, ya en niveles alarmantes, disminuye el valor de la vida humana y su dignidad. Cuanta más gente hay menos importa el individuo. Y menos importa que alguien muera.

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