Vicente José de Oliveira Muniz, más conocido como Vik Muniz, tuvo una curiosa entrada en el mundo del arte. Se encontraba en São Paulo, su ciudad natal, cuando intervino en una pelea y acabó recibiendo un disparo en la pierna. Con el dinero que recibió de la indemnización viajó a Nueva York a comienzos de los 80 y empezó su carrera como escultor en el estudio de un amigo, consiguiendo organizar su primera exposición individual en 1988. Además de la escultura, Muniz comenzó a experimentar con la combinación de pintura y fotografía.
Para crear sus imágenes, a menudo reinterpretaciones de grandes artistas de la historia del arte en clave de pop art, con grandes dosis de ironía, Muniz utiliza, mediante la técnica conocida como anamorfosis, todo tipo de materiales poco usuales, como pueden ser azúcar, hilos, chocolate, restos de comida, hojas, basura en general, o incluso diamantes. Casi todos ellos, por no decir todos, son perecederos, por lo que su obra estaría condenada a desaparecer para siempre si no fuera por el uso de la fotografía. Además, como ocurre con los montajes de Tim Noble y Sue Webster o los de Bernard Pras, la perspectiva desde la que se hace la fotografía es clave para que el resultado sea el que Muniz buscaba.
Muniz sigue en su trabajo el camino inverso al normal: en lugar de pintar obras originales con materiales habituales, elige pinturas ampliamente reconocidas y usa materiales poco usuales para realizarlas. En sus propias palabras: «Se trata de revitalizarlas, de darles otra mirada y, por otra parte, se trata de imágenes que uno reconoce de inmediato, lo que permite al espectador concentrarse en otras cosas que trascienden a la imagen». Cosas como, precisamente, la materia prima con la que se ha realizado el cuadro.
Su trabajo ha sido ampliamente aclamado tanto por el público como por la crítica y se ha llegado a exponer en todos los rincones del mundo. Por ejemplo, su exposición individual en el MAM de Río de Janeiro fue sólo superada en asistencia por una exposición de Picasso. Además, en 2010, apareció en el documental Waste Land, dirigido por Lucy Walker, donde ponía en práctica su arte en uno de los más grande del mundo basureros, Jardim Gramacho, en las afueras de Río de Janeiro.
No hay comentarios