El dueto del espejo atribuido a Mozart

El dueto del espejo atribuido a Mozart

   Como buen amante de la lengua me vuelven loco los palíndromos, esas palabras que se leen igual del derecho y del revés. Claro está que este juego lingüístico puede complicarse hasta niveles insospechados, como ya hicieran los miembros del grupo OuLipo. Aquí te cuento unas cuantas curiosidades sobre los palíndromos, incluyendo el texto de 140 páginas que Darío Lancini publicó en 1975 formado solo por palíndromos y titulado Oír a Daríopalindrómico desde el título‒.

   Pero el concepto de palíndromo puede ir más allá de las palabras y es posible aplicarlo a otras disciplinas artísticas. En literatura, por ejemplo, además del experimento de Darío puede dar resultados sorprendentes como el de Mark Danielewski y su novela Only Revolutions, que, entre otras muchas rarezas, puede leerse al derecho y al revés. En cine podemos encontrar trabajos como el de John Fell Ryan, que se decidió a analizar El resplandor de Kubrick combinando dos copias de la película, una hacia delante y otra hacia atrás. La música, por su parte, tampoco permanece ajena al fenómeno de la palindromía. Tranquilos, no voy a tratar de descifrar mensajes ocultos en canciones puestas hacia atrás, como los nueve versos de El rey Lear que según se dice se pueden escuchar al final de I am Walrus de The Beatles. Hablaré de música hecha para ser escuchada en las dos direcciones.

   Franz-Joseph Haydn, padre de la sinfonía y el cuarteto, lo utilizó en su Sinfonía nº 47 en sol mayor, concretamente en el tercer movimiento, un minueto titulado Minueto al roverso en el que la segunda parte es exactamente igual que la primera pero al revés. La partitura capicúa se completa con un trío que es también palindrómico, lo que explica que esta sinfonía se conozca habitualmente con el nombre de El palíndromo. Otra composición que utiliza una técnica parecida es El dueto del espejo, un divertimento en Sol mayor para dos violines atribuido a Mozart. Esta partitura la ejecutan dos violinistas al mismo tiempo, pero situados uno frente a otro y con la partitura de por medio uno va de adelante hacia atrás y el otro de atrás hacia adelante. Puedes escucharla aquí o aquí.

   Ya en el siglo XX Arnold Schoenberg, uno de los primeros compositores atonales y creador del dodecafonismo, vuelve a usarlo en 1912 en una parte de su Pierrot Lunaire. La música avanza hacia delante hasta la mitad de la pieza y a partir de ahí se toca al revés. Algo distinto es el trabajo que hizo Sergéi Rajmáninov en 1934 con su Rapsodia sobre un tema de Paganini, pero merece la pena destacar su variación XVIII, en la que invierte el tema original de Paganini y que ha sido usada en la banda sonora de varias películas.

   Un ejemplo todavía más curioso es el Ludus Tonalis compuesto en 1942 por Paul Hindemith. La pieza comienza con un preludio que recuerda a las tocatas de Bach y termina con un postludio que es una inversión retrógrada. Esta última parte es igual que el preludio pero es tocada hacia arriba, hacia abajo y al revés.

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