El erizo y el zorro

El erizo y el zorro

   En su ensayo de 1953 El erizo y el zorro el filósofo Isaiah Berlin, conocido fundamentalmente a raíz de su distinción entre la libertad positiva y la negativa, divide al mundo, sobre todo a pensadores y escritores, en dos categorías: los erizos y los zorros. Aunque estos animales tengan ya ciertos valores asociados ‒baste recordar los erizos de de Schopenhauer‒, Berlin los eligió de una forma un tanto aleatoria, basándose en un proverbio atribuido al poeta griego Arquíloco que dice «Mientras que el zorro sabe de muchas cosas, el erizo sabe mucho de una sola cosa». La misma idea se recogería tiempo después ‒aunque con moralina‒ en la fábula de Esopo titulada «El zorro y el gato».

   Los erizos simplifican la complejidad del mundo y reúnen su diversidad en una única idea; los zorros, por otra parte son incapaces de reducir el mundo a una sola idea y están constantemente moviéndose entre una inmensa variedad de ideas y de experiencias. En la fábula de Esopo el zorro representa lo negativo y el erizo ‒convertido en gato‒ lo positivo. Cuando hablan de lo que harían en caso de que vinieran cazadores a por ellos el primero se jacta de tener muchas artimañas para poder escapar; el segundo, en cambio, reconocer tener solo una. Poco después llegan los cazadores y el gato lleva a cabo su táctica subiéndose a un árbol, mientras que el zorro, que no sabe por cuál decirse, es rápidamente capturado por los sabuesos.

   Isaiah Berlin, sin embargo, ofrece ejemplos de en ambas categorías sin entrar en valoraciones. Entre los erizos encontramos a figuras como Platón, Lucrecio, Dante, Pascal, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Ibsen o Proust; mientras que los zorros estarían representados por personajes como Herodoto, Aristóteles, Erasmo de Rótterdam, Shakespeare, Montaigne, Molière, Goethe, Pushkin, Balzac o Joyce. Un caso aparte, al que Isaiah Berlin dedica bastante espacio, es León Tolstói. El escritor ruso parece, en principio, incasificable en ninguna de las dos categorías porque tiene el talento de un zorro y las creencias de un erizo, era un zorro por naturaleza y un erizo por convicción. Bajo esta premisa hace un análisis de su novela Guerra y paz. El filósofo Peter Hacker le daría la vuelta a esta idea para hablar de Wittgenstein, afirmando que era un erizo por naturaleza pero que después de 1929 hizo un gran esfuerzo por convertirse en un zorro paradigmático.

   La superioridad del erizo frente al zorro, que ya estaba en la fábula de Esopo, se ha mantenido vigente hasta la actualidad, especialmente en la cultura estadounidense, donde el zorro tiende a verse como una personalidad dispersa y caótica. El gurú de los negocios James C. Collins dice en su libro Good to Great que para triunfar hay que tener mentalidad de erizo, teniendo como único objetivo el éxito. Pero, como ha quedado demostrado con los ejemplos de Isaiah Berlin, hay grandes pensadores en uno y otro bando.

   Personalmente me considero un zorro: solo hay que echar un vistazo al blog para comprobar que soy incapaz de centrarme en un único tema. ¿Y tú qué eres, un erizo o un zorro?

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