A finales de 1970 Phil Chernofsky, profesor de una yeshivá en Queens, propuso a sus alumnos la siguiente actividad para conmemorar el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto: escribir durante media hora la palabra «judío» en folios en blanco, tantos como fuera necesario. Cuando el tiempo finalizó se había conseguido repetir la palabra unas 40.000 veces. Este experimento llevó a Chernofsky a vislumbrar una idea más ambiciosa, que pondría en práctica años más tarde y que ahora aparece en New York Times: elaborar un libro donde la palabra «judío» apareciera 6 millones de veces, una por cada una de las víctimas asesinadas durante el Holocausto ‒evidentemente, en un cálculo aproximado‒.
Así fue como nació And Every Single One Was Someone, un libro que a pesar de tener una única palabra repetida millones de veces a lo largo de 1.250 páginas tiene mucho que contar sobre nuestra historia. Para hacer una idea de su magnitud bastará con decir que la saga completa de Harry Potter tiene 1,1 millones de palabras y En busca del tiempo perdido 1,2 millones de palabras ‒aquí puedes consultar las novelas más largas del mundo‒.
Según Chernofsky, si las páginas del libro se miran a cierta distancia se verá solo una gran masa homogénea de palabras, que es precisamente como los nazis veían a los judíos, como una masa a la que exterminar. El mismo anonimato desolador que se exhibe, por ejemplo, en el campo de concentración de Auschwitz en forma de gafas, de zapatos o de mechones de pelo. Pero si miramos el libro más de cerca veremos una a una la palabra «judío», una palabra que representa a una persona con una historia. De modo que una familia entera podría estar detrás de cualquiera de las líneas.
No han faltado quienes critiquen la idea de Chernofsky. A fin de cuentas, su libro supone enmascarar a las víctimas del Holocausto en el anonimato, precisamente lo contrario de lo que se propone el Yad Vashem con su monumental Libro de los nombres, presentado en el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau. En este proyecto de 2 metros de altura y 58 tomos se han conseguido registrar los nombres de 4.200.000 víctimas del Holocausto, junto con sus fechas y lugares de nacimiento y muerte. Las hojas en blanco del último volumen están destinadas a continuar el registro en el futuro.
De vez en cuando te encuentras en las redes curiosidades como esta. Seguro que las ventas del libro son mayores de lo esperadas por el carácter conmemorativo y reivindicativo del mismo, pero también es seguro que NADIE lo va a leer y lo van a conservar como una curiosidad o rareza que es lo que es.
Me ha gustado el artículo y el blog. Un saludo muy cordial al autor.
Gracias Alejandro por tus post, eres una mina de curiosidades bien redactadas, todo un lujo leerte y compartirte.
Hola Rafa. En realidad me cuesta considerar este libro como una obra literaria, por muy libro que sea. Prefiero pensar que es una obra de arte con forma de libro. Como tal, el objetivo es el mensaje que transmite el conjunto, porque creo que pararse a leer un libro de estas características sería bastante aburrido. Muchas gracias por participar. Un saludo.
Y muchas gracias a ti, Montserrat, por tu comentario. Me alegra mucho que te guste lo que voy publicando. Un saludo.
Esto es una aberración contra el medio ambiente.