Las maravillosos saltos de Sam Patch, portada

Las maravillosos saltos de Sam Patch, portada

Nacido en 1799, nada en la infancia de Sam Path hacía imaginar que acabaría ganándose la vida saltando. Como muchos de los niños de su Pawtucket natal, en Rhode Island, Sam empezó a trabajar hilando algodón a muy temprana edad y como muchos de los niños se divertía en sus ratos libres saltando del molino de la presa al agua. Lo que diferenciaba a Sam del resto de niños es que sus saltos eran cada vez más altos y espectaculares, atrayendo la atención de multitudes cada vez mayores.

Con unos 22 años Sam tenía que compaginar su trabajo en una fábrica de Paterson, en Nueva Jersey, con sus acrobacias. El 30 de septiembre de 1827 saltó 21 metros desde las cataratas del río Passaic y el 11 de agosto de 1828 volvió a repetir su hazaña, esta vez desde 30 metros, en Hoboken, también en Nueva Jersey. La prensa llegó a apodarlo como «Sam, el saltador yanqui». Ese mismo año Sam decide hacerse saltador profesional y planea una gira dando exhibiciones por todo el país. Después de saltar desde puentes, muros y barcos, Sam llega en 1829 al momento culminante de su carrera: un salto de 38 metros cerca de la base de las cataratas del Niágara. Con este salto atrajo a tantos visitantes a las cataratas que a los pocos días Sam decidió repetirlo, llegando a congregar a unas 10.000 personas y convirtiéndose en una leyenda en todo el país.

Las maravillosos saltos de Sam Patch, ilustración

Las maravillosos saltos de Sam Patch, ilustración

Su siguiente ‒y última‒ parada fue en las cataratas del río Genesee, en Rochester, Nueva York, donde hizo un salto de 30 metros frente a unos 8.000 espectadores ‒en este salto añadió el salto de una mascota, un osezno‒. Como no consiguió recaudar la cantidad de dinero que esperaba decidió repetir el salto una semana después, aunque esta vez desde 38 metros. Por desgracia, en este salto Sam no consiguió entrar bien en el agua y tras el tremendo impacto no volvió a salir a la superficie. Su cuerpo congelado no fue encontrado en el hielo hasta comienzos de la siguiente primavera.

Para entonces Sam Path, elevado a la categoría de héroe popular, se había convertido en un mito en todo el país. Se escribieron cuentos, poemas y obras de teatro en su honor y fue mencionado por autores como Hawthorne, Melville, Edgar Allan Poe o William Carlos Williams. Además de servir de inspiración a imitadores posteriores como Annie Edson Taylor o Bobby Leach, que se lanzaron por las cataratas del Niágara en barril.

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