Con imaginación y las herramientas necesarias se puede llevar a cabo cualquier idea de diseño editorial, como demuestran los ejemplos que de vez en cuando voy comentando. Es cierto que la tecnología permite hacer cosas que hace unas décadas eran impensables pero lo más importante sigue siendo la imaginación. Si esta escasea la ecuación está incompleta. The Mirror Book es una buena demostración de todo lo que se puede hacer con simple imaginación. Un libro capaz de convertir en texto a cualquiera que lo tenga en sus manos parece algo que solo pudiera conseguirse con un ingenioso mecanismo tecnológico; sin embargo, en este caso la idea es al mismo tiempo más sencilla y más profunda de lo que pudiera pensarse.
De hecho, el prototipo original del libro, titulado The Open and Closed Book, es de 1979. Fue realizado inicialmente por John Christie y Ron King para una exposición celebrada en el Museo Victoria & Albert y seis años después Circle Press publicó una edición limitada de treinta y cinco copias.
Como su nombre indica, el funcionamiento del libro se basa en el uso de espejos. La portada está hecha de cristal, mientras que sus treinta páginas están formadas por finas láminas de aluminio, de manera que si intentamos hacer el gesto de leerlas lo que veremos en ellas será nuestro propio rostro reflejado. Además, al pasar las páginas las láminas se arrugan, ofreciendo un reflejo distorsionado de todo lo que se le ponga por delante. Aunque el mecanismo del libro no tiene mayor misterio, su interpretación está llena de simbolismo: el ejemplar pretende ser una puerta de entrada al mundo de la autocontemplación y, en consecuencia, del autonocimiento. Cuando el lector ve en sus páginas su rostro se está convirtiendo a sí mismo en texto. Que sepa leer e interpretar lo que ve es ya otra cuestión distinta.
El libro se acompaña de un par de guantes blancos para poder pasar las páginas sin dejar marcas en las láminas, garantizando así que el uso no lo haga ilegible.
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