Marcus Coates en Viaje a un mundo inferior

Marcus Coates en Viaje a un mundo inferior

   A medida que las civilizaciones avanzan la relación con el mundo natural se ha ido desvaneciendo en el imaginario colectivo y se ha ido sustituyendo progresivamente por un contacto edulcorado y distante, a través del cristal de la televisión o de los zoológicos en las ciudades. En una época en la que la industrialización y la destrucción de los hábitats naturales están a la orden del día, el artista británico Marcus Coates se ha propuesto recuperar para el mundo moderno algunas de las prácticas ancestrales de los rituales chamánicos que utilizan a los espíritus de los animales como una forma de guía. Su objetivo es confrontar los procesos naturales con los artificiales, lo humano y lo no humano, para cuestionar la arrogancia de nuestra especie y su desprecio por el medio ambiente.

   Coates tiene muy claro que la conjunción de arte y naturaleza puede servir de ayuda para afrontar los problemas y las preocupaciones del hombre contemporáneo. En su obra de 2004 Viaje a un mundo inferior Coates se dirigió a un barrio deprimido de Liverpool, en concreto a un edificio cuyos vecinos iban a ser desalojados y realojados a la fuerza, y, después de reunirlos, les ofreció su ayuda mediante un ritual chamánico. Vestido con la piel de un ciervo, Coates entra en trance y empieza a comportarse, a moverse, a gritar y a gruñir como si fuera un animal. El espíritu de los animales le posee y el artista a su vez actúa como nexo de unión entre ellos y un reducido público que le observa entre el escepticismo, la incredulidad y la risa. Para Coates, en cambio, es un momento muy serio y profundo.

   Aunque el planteamiento de Coates del arte como salvación es serio, el hombre occidental moderno no puede evitar tomárselo a broma ‒aquí puedes verlo en plena acción‒. Al mismo tiempo es casi inevitable sentir un cierto malestar al confrontar la dura realidad a la que se enfrentan unas personas que van a perder su hogar con el espectáculo de ver a un hombre actuando como un ciervo, un caballo o un tejón. Uno se imagina otra cosa cuando piensa en el arte como salvación.

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