Un falso reflejo

Un falso reflejo

   Vivimos en un mundo en el que, vayamos donde vayamos, nunca llegamos a estar completamente solos. El ser humano no es simplemente un animal social, de vez en cuando también necesita sus momentos de privacidad, pero esto, en ocasiones, resulta muy complicado. Cada persona es un mundo, nunca encontrarás a alguien que sea idéntico a ti, es imposible, siempre habrá alguna variable que no encaje, por este motivo se forman esas desagradables controversias en las que, en ocasiones, nos vemos envueltos. Seguramente estas sean las razones por las que nunca enseñamos nuestro verdadero yo con facilidad; nos ocultamos tras los estereotipos que se forman en la sociedad, se espera de nosotros que sigamos ciertas normas que nos ayuden a convivir, así que nos metemos dentro de ese papel y nos refugiamos en él para mantenernos seguros.

   Lo que se consigue con esto es que la gente se ponga «máscaras» que los oculten; cuando miras a tus vecinos mientras paseas por la calle lo único que estás viendo son esos disfraces que se han fabricado. Es cierto que esto en muchas ocasiones nos ayuda a mantener el orden y no perder la compostura en determinados momentos, pero también hay que tener cuidado con este tipo de protección. Existen personas que tienen tanto miedo a ser excluidos que no se atreven a ser ellos mismos, se odian y, llegados a cierto punto, incluso son capaces de angustiarse con lo que ven reflejado en el espejo. Desesperados por huir de su realidad observan con atención los comportamientos de los individuos que les rodean, aprenden y absorben minuciosamente cada gesto que les interesa; cuando piensan que han conseguido todo lo que necesitan forman su máscara y se la colocan con tal fuerza que empujan su verdadera naturaleza a uno de los rincones más recónditos de su inconsciente y la aprisionan.

   Al principio puede parecer una solución factible ya que es verdad que consigues evitar las discusiones y los malentendidos, sin embargo con el paso del tiempo aparecen sus fallos. Estos individuos no son capaces de tomar decisiones, necesitan un punto de apoyo, por lo que siempre acabarán imitando a la persona que tengan más a mano; normalmente la gente acaba dándose cuenta, notan que hay algo en ellos que no está bien del todo por lo que empiezan a rehuirles; se suele sentir cierta invasión de la privacidad. Poco a poco se irán quedando solos y esa situación de la que se habían intentado ocultar les devorará. Muchos intentan olvidar todo aquello que han aprendido y volver a ser quienes eran en un principio, pero es muy complicado porque ya no saben cómo hacerlo; han cohibido de tal manera esa parte que no son capaces de reanimarla. La frustración y la desorientación se apoderan de ellos, se han convertido en prisioneros de su propia máscara y no saben cómo escapar; si no quieren volver a sus antiguos hábitos necesitan ayuda, sin embargo no es fácil admitir que tienes un problema.

   Por supuesto, estos son casos radicales, no es lo que normalmente sucede, pero hay que tener cuidado con este tipo de cosas porque pueden volverse en tu contra. Lo mejor es ser fiel a uno mismo y no dejarte influenciar por lo que puedan pensar aquellos que te rodean. Al final, es la mejor manera de evitar problemas.

Comentarios

comentarios