Corredera de barquilla

Corredera de barquilla

   Ahora es fácil saber la velocidad en un coche: basta con contar las vueltas que da una rueda y multiplicar por la longitud de la circunferencia para saber la distancia recorrida. O se puede usar un acelerómetro. Pero, ¿qué se hacía hace quinientos años? ¿Cómo se medía la velocidad?

   Sin duda habréis escuchado en algún momento sobre los nudos de velocidad: doce, quince nudos, etc. Si veis cualquier película ambientada en siglos anteriores os encontraréis con esta medida de velocidad. Pero, ¿cómo puedes medir la velocidad encima de un barco donde no hay ninguna referencia salvo cambiante mar a tu alrededor?

   Si vas andando o en coche siempre puedes mirar hacia atrás para ver por dónde has pasado, sacar una longitud estimada y dividir por el tiempo, pero en un barco la cosa cambia mucho: no tenemos ninguna referencia. Si estáis pensando en el Sol y las estrellas, me temo que eso sirve para una orientación básica con demasiado error para calcular a cuántos kilómetros por hora viajas.

   Para evitar el problema del punto de referencia se inventó la corredera de barquilla, un instrumento de cuyos componentes tenéis una fotografía arriba. El triángulo que veis estaba atado a una cuerda de una longitud variable sobre la cual se habían hecho una serie de nudos a distancias iguales a una braza ‒el equivalente a dos brazos extendidos‒. El triángulo, que tenía uno de los lados cubierto de plomo, era arrojado por la popa de la embarcación ‒la parte trasera‒ y se ponía en marcha el reloj cuando el primer nudo de la cuerda saltaba por el extremo del barco. Pasado aproximadamente medio minuto el reloj llegaba a su fin, y se contaban los nudos que habían «saltado» del barco.

   Ingenioso, ¿verdad? Me pregunto si se nos hubiese ocurrido a alguno por aquel entonces.

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