Alguna vez he hablado de libros que, una vez leídos, pueden comerse enteros. Por ejemplo, el libro diseñado por Korefe para la editorial Gerstenberg House Publishing, cuyas hojas pueden cocinarse y convertirse en una rica lasaña; o la guía que Land Rover diseñó para Emiratos Árabes y que podrás comerte en caso de emergencia. El libro de hoy no es que se pueda comer entero, pero casi.
Se trata de la Biblia definitiva de la barbacoa, un libro pensado para conseguir la barbacoa brasileña perfecta. Como puede verse en el vídeo donde se muestra su funcionamiento, el ejemplar está diseñado de forma que cada página tiene una función específica y usarlas implica, en muchos casos, destruir el libro. La primera página hay que arrancarla y romperla en trozos para obtener el carbón vegetal con el que encenderemos la barbacoa, con ayuda de la segunda página, a la que hay que prenderle fuego. Hay páginas que se usan para envolver la carne, afilar los cuchillos, como tablas de cortar, como delantal o como platos para servir la carne una vez terminado el proceso. Incluso hay una página de sal para sazonar la carne.
El libro ha sido ideado por la agencia JWT Brasil para promocionar la línea de utensilios de cocina de Tramontina, líder del sector en Brasil. En principio se ha editado una tirada muy baja de ejemplares que han sido enviados a grandes cocineros, pero actualmente la agencia trabaja en una versión simplificada que podría ser comercializada en tiendas.
La creatividad inunda todos los ámbitos, por ello no me extraña el hecho que sea usado como asistente de cocina.
Existen otros libros que muy bien pueden servir para colocarlos en el inodoro. Y no me refiero al acto de leerlos mientras se está sentado…sino para el epílogo.
Existe una versión de los Evangelios que una secta deja en los veladores de los hoteles y que el huésped puede llevarse consigo cuando se marcha. Dicen que el uso final, aprovechando la delicada textura del papel, es utilizar sus páginas para liar cigarrillos con esa hierba que ahora se considera medicinal.
Otros textos, voluminosos, quizá puedan convertirse en armas contundentes si se tiene buena puntería. Y los manuales técnicos pueden derivar en instrumentos de tortura.
Alguna vez utilicé un libro de texto en la Universidad para nivelar la pata coja de mi pupitre. Y considerando su contradictorio contenido, Ética Política, pienso que fue usado adecuadamente, considerando el fin. El profesor, autor del mismo, estaba convencido que era un insulto y no comprendió mis razones para corregir con sus plagiadas tesis un error de carpintería.
Aunque se puedan usar para lo que sea, personalmente me agradan los libros que me sacuden y que de alguna manera me hacen despertar. Esos los guardo.
Me ha hecho mucha gracia tu comentario sobre el inodoro porque me he acordado de un artículo que escribí hace tiempo sobre una novela hecha en papel higiénico que se convirtió en best seller. No sé si conoces la historia, te la dejo aquí http://www.lapiedradesisifo.com/2013/06/17/la-novela-en-papel-higi%C3%A9nico-que-se-convirti%C3%B3-en-bestseller/
Gracias Alejandro por la historia y por tu tiempo. Cada día se aprende algo nuevo al leerte.
Estoy casi seguro que alguno de los lectores-usuarios se llevó a casa una copia para su biblioteca. Al fin y al cabo solo media 88 centímetros de largo que se podrían doblar como un pañuelo. Y encima de Suzuki.
Si alguna copia sobrevivió, hoy debe ser una rareza.