El lenguaje es algo tremendamente flexible. Basta con imaginar una palabra para crearla. Un ejemplo sería «Zzxjoanw», la palabra que nunca existió. Existe incluso alguien que se gana la vida nombrando cosas. Sin embargo, en el mundo acelerado en que vivimos la realidad va muchas veces varios pasos por delante. Casi cada día se hacen nuevos descubrimientos y es necesario crear nuevas palabras para nombrarlos. Ocurre con frecuencia en el ámbito de la tecnología y los términos adoptados suelen provenir del inglés. Algunas de esas realidades no se bautizan, sino que se nombran con las palabras que ya tenemos, recurriendo a algún rodeo sintáctico.
Partiendo de la idea del constante nacimiento de nuevas palabras la agencia de publicidad McCann Melbourne ha realizado una curiosa campaña publicitaria: ha partido de una realidad que abunda y para la que todavía no existe una palabra definitiva y ha creado una palabra para nombrarla. Así nace «phubbing», término formado a partir de las palabras «phone» y «snubbing» y que podría definirse como «el acto de ignorar a alguien en un entorno social cuando mira su teléfono ‒o smartphone, palabra también inventada‒ en lugar de prestar atención». A continuación, en una primer fase de la campaña ha conseguido distribuir la palabra sin dejar claro su significado, generando cierto interés. Y tan bien ha funcionado que la palabra parece haber cuajuado perfectamente, generando artículos sobre su procedencia como este o este o incluso una entrada en wikipedia que no parecen sospechar ni de lejos cuál es su verdadero origen.
El último paso ha sido sencillamente genial. ¿Quieres saber qué significa «phubbing»? Pues recurre a un diccionario, y si es el Diccionario Macquarie pues mejor que mejor, porque este era el producto que se escondía detrás de tan ingeniosa campaña. Aunque esto no se dice hasta el último momento.
La estrategia pretendía demostrar la importancia de tener a mano un buen diccionario, al tiempo que se hace una crítica más o menos implícita a la supuesta superioridad de las herramientas digitales sobre productos tradicionales como puede ser el libro impreso, o al abuso de los smartphone frente a una buena charla cara a cara.
Por si fuera poco la campaña tiene además un anuncio lleno de humor donde se nos explica el complejo proceso que dio lugar a la palabra y cómo se difundió por el mundo entero.
Ignoraba, por completo, la existencia de esta palabra… Tal vez lleve un tiempo en uso, sin embargo creo que no la había escuchado ni la había visto escrita tampoco antes (o no la había prestado atención…)
El uso del término para poner de relieve la actitud descortés que refieres en tu artículo, junto a una estupenda campaña cuya crítica está más que justificada, hacen que la denominación no resulte del todo extravagante… A mi también me parece perfecto el remate final de recurrir al diccionario si deseas conocer el significado. Algunos de nosotros aún echamos mano, y mucho, de libros físicos (a veces no, todo hay que decirlo…) y quizá sean las revistas y periódicos los que ya no se consulten con tanta asiduidad (las revistas que conservas sí, pero actualmente las digitales han ganado terreno a las impresas…)
Los hábitos actuales han cambiado mucho, porque la sociedad también lo hace y eso se refleja en la forma de comunicarse con el entorno, no cabe duda, pero de ahí a que estemos conectados a un aparato hasta tal punto de no poder desprendernos del mismo en presencia de otras personas cuando es necesario… Las charlas cara a cara son factibles (no siempre, vale, pero cuando lo son no se entiende que no se lleven a cabo y, por supuesto, se comprende plenamente que se preste a sorna en el anuncio). La crítica de la campaña es brutal a este respecto y no deja lugar a dudas: la persona que está a tu lado se merece tu atención, deja el maldito aparato y conecta con la realidad (estás totalmente «enganchado» a un mundo virtual y el de verdad se te está escapando…)
Gracias, me ha gustado el artículo y el propósito de la campaña es sencillamente perfecto. Un saludo.
Es una palabra que, como todas las modas, ha empezado a verse cada vez más a menudo desde hace poco. Yo sí confieso que tengo abandonados los libros en soporte físico en favor de los digitales, lo que no quiere decir que no los use tampoco. Pero por ejemplo, si tengo que usar el diccionario prefiero usar uno en línea, que es más rápido y está más a la mano.
Ahora bien, una cosa es la campaña de publicidad que dio como origen a esta palabra y otra es el movimiento que se ha creado después en torno a ella, o más bien contra ella, considerándolo como una descortesía.