El aislador

El aislador

   Habitualmente H. G. Wells y Julio Verne suelen ser considerados como los padres de la ciencia ficción. Frente a ellos, Hugo Gernsback suele ser más desconocido, pese a haber escrito Ralph 124C 41 +, una de las historias de ciencia ficción más influyente de todos los tiempos, haber fundado la primera revista de ciencia ficción, Amazing Stories, o haber dado nombre a los premios más importantes dentro del género, los Premios Hugo presentados en la Convención Mundial de Ciencia Ficción.

   Además de sus aportaciones como escritor y editor Gernsback hizo importantes contribuciones a la industria electrónica –también fundó las primeras revistas sobre este tema‒ y eventualmente ejerció de inventor. Entre sus diseños destacan dos instrumentos musicales electrónicos, el staccatone y el pianorad, y una especie de casco que parece sacado de uno de los relatos de ciencia ficción de la época y que él bautizó como el aislador.

   El ingenio fue presentado en julio de 1925 en la revista Science and Invention, editada por el propio Gernsback. El aislador es un aparato conectado a una bombona de oxígeno y diseñado para ayudar a la mente a concentrarse y a evitar todo tipo de distracciones. No solo elimina cualquier ruido exterior, sino que, además, la hendidura horizontal a través de la cual se ve es tan estrecha que únicamente se puede ver una línea de texto de una vez, con lo cual se evita volver de forma involuntaria sobre lo que se ha escrito o leído.

   Evidentemente el invento de Hugo Gernsback no llegó a cuajar –qué pasa, por ejemplo, si se te cae el bolígrafo‒, pero nos ha dejado unas cuantas fotos bastante extravagantes que nos recuerdan que la frontera entre ciencia ficción y realidad es tan sutil como queramos que sea.

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