Ya lo he comentado alguna vez: la interacción que permiten las nuevas tecnologías ha cambiado la manera en la que leemos. Hace poco comenzaron a aparecer aplicaciones como Spritz o Velocity que revolucionan el concepto de lectura tradicional, de izquierda a derecha, y nos permiten aumentar la velocidad de lectura, desde 600 a 1.000 palabras por minuto, con la contrapartida de que este tipo de software impone una determinada velocidad al lector que prácticamente lo esclaviza y hace que la experiencia de lectura pierda profundidad. Esto, sin embargo, con Text 2.0 no ocurre. ¿En qué consiste esta novedosa idea y cómo puede revolucionar la lectura?
En realidad Text 2.0 fue presentado hace casi cinco años, pero durante todo este tiempo ha pasado bastante desapercibido. La idea es sencilla: ¿qué pasaría si el libro que estamos leyendo supiera exactamente por dónde vamos, en qué palabra estamos y a qué velocidad avanzamos? El software de Text 2.0 dispone de una cámara que realiza un seguimiento de los movimientos de los ojos para saber qué parte del texto estamos mirando en cada momento y reaccionar ante determinados parámetros ‒como hacer una pausa o mirar fijamente‒. Algunas de las funciones que permite un dispositivo como Text 2.0 son determinar cuándo una palabra nos desconcierta, eliminar la información no esencial, ayudar a retomar el texto en el punto exacto donde se dejó o intercambiar imágenes en función de lo que estemos leyendo, entre otras múltiples interacciones.
Text 2.0 pertenece a un proyecto mucho más ambicioso, Gaze.io, que pretende desarrollar la tecnología de seguimiento e interacción con la mirada en todo tipo de navegadores. En realidad, el concepto de Texto 2.0 no es completamente nuevo, ya lo habíamos visto en aplicaciones como EyeWriter, que permite, por ejemplo, que una persona tetrapléjica dibuje tan solo con el movimiento de sus ojos.
Por supuesto, todavía queda mucho trabajo antes de que el software esté completamente desarrollado, todavía demasiado voluminoso y caro. La aplicación debe tener la suficiente precisión como para dilucidar si estoy observando la última letra de una palabra o el asterisco que está encima de ella y hacer que su uso sea lo suficientemente funcional como para que el lector lo prefiera a utilizar las manos. Sin embargo, una vez salvadas estas dificultades, el abanico de posibilidades que Text 2.0 abre a la experiencia de lectura me parece lo suficientemente grande como para que podamos hablar de una verdadera revolución. Si se le incorporara un interfaz de voz, uno podría estar leyendo un texto, detenerse en una palabra y decirle al libro «traducción» o «definición» para obtener de inmediato una respuesta, se podrían subrayar palabras o citas, añadir información al texto ‒por ejemplo, sobre las ballenas mientras leemos Moby Dick‒, tomar notas de voz sobre la marcha y asociarla a determinados pasajes, tener una valiosa base de datos sobre nuestros hábitos lectores, o incluso, por qué no, añadirle una banda sonora al libro. Creo que el límite lo pondría la imaginación.
Dejo a continuación del vídeo de presentación del proyecto. En qué se puede convertir la lectura después de Text 2.0 solo el tiempo lo dirá.
No sé si es la costumbre de tener que leer tesis, ensayos, monografías, etcétera…, siempre llenos notas a pie de página, nombres de autor y fecha entre paréntesis y demás, pero el caso es que es preferible que te salgan etiquetas sobre una palabra marcada con asterisco, a tener que pasarte toda la lectura haciendo paradas que te hacen perder el hilo. Por supuesto, en las novelas esto no es lo habitual; la lectura, si bien puede tener alguna que otra explicación o referencia a pie de página, ésta suele ser siempre escueta, o no te tropiezas con más de una decena a lo largo de toda la obra. En lo referente a ensayos y otro tipo de textos, sobre todo universitarios (o no, pero didácticos…) es de agradecer la lectura digital. Yo, desde luego, lo agradezco, porque sí que hace más dinámica la lectura. Lo que me parece un poco molesto (teniendo en cuenta que no tengo problemas visuales que hagan que me salte líneas…) es lo del punto rojo sobre las palabras… parece que leyeras una extraña partitura que en vez de utilizar notas, usa palabras… El artículo es interesante, me ha gustado, pero no me extiendo más… (odio esta manía, me repito a mí misma: sintetizar, sintetizar…) Gracias. Un saludo.
Quizá no es igualmente aplicable a todos los tipos de libros, y para ensayos puede ser bastante más útil que para novelas. Lo del punto rojo no tiene por qué ser un problema. No es necesario que esté, en el vídeo de demostración aparece para explicar mejor cómo funciona el invento.
Alejandro, no veo nada nuevo que no realice desde hace tiempo cualquier lector digital de libros. La diferencia es que este software te analiza la palabra que lees, el lector lo hace solamente de páginas leídas.
Creo que este tipo de inventos lo que hace es cada vez seamos más vagos. Ya no nos molestamos ni en subrayar la palabras en la que estamos interesados para obtener más información.
¿A dónde vamos a llegar? Estoy seguro que pronto nos presentarán los libros en formato cápsula, con el mensaje digerido y sintetizado para que lo procesemos sin molestarnos.
Gracias por compartirnos estas interesantes entradas.
Discrepo, pues no considero que la lectura digital nos transforme en «lectores vagos» (o nos aboque a ello en un futuro). Si uno tiene cierta formación y hábito adquirido de lectura (ya no en papel, de la forma que sea), con sus costumbres de anotar, subrayar, etcétera, eso no se pierde en la lectura digital, no necesariamente (yo sigo tomando notas en papel a medida que leo en digital, sólo que añado la referencia del libro en la libreta o papel anexo, para que no se confunda con cualquier otro tipo de notas…) Hago esto invariablemente, no distingo entre papel y digital en ese sentido, para mí sólo varía la forma en que recibo la información, pero no el modo en que yo la fijo en mi memoria o reflexiono a través de su lectura. Se asimilan los conceptos, las palabras, las ideas de modo semejante. Leer en digital no impide tomar anotaciones, subrayar, buscar… creo que eso depende de uno, no del tipo de soporte sobre el que se realiza la lectura. Que las nuevas tecnologías te expliquen etimológicamente la procedencia de una palabra dentro del texto y que te faciliten el avance de su lectura, no tiene por qué suponer una lectura superficial del mismo. ¿Cambian los hábitos de lectura al leer en digital…?
Adoro los libros en papel, pero considero un avance bueno y necesario el que se está desarrollando en digital. No creo, además, que los digitales vayan a sustituir a los libros físicos nunca, porque jamás podrán aquellos cubrir las prerrogativas de estos últimos. No para quienes amen los libros. Sólo los alternarán, pero regresarán a los físicos porque es algo inevitable…
Gracias. Un saludo
Hola:
Al hilo de este artículo, el otro día Amazon presentó su teléfono Fire y una de las novedades más curiosas era que la aplicación de lectura Kindle hacía uso de sus nuevos sensores y, dependiendo del movimiento leve de cabeza y ojos que hacíamos al leer, él iba haciendo un scroll de las páginas adaptado a la velocidad a la que se leía. Es decir, no tenías que hacer nada ni tocar nada, el teléfono iba moviéndose por el texto del libro a nuestro ritmo.
Eso sí, en la demo sólo se movía hacia adelante, si querías ir atrás, debías tocar. Cuanto menos era interesante.
Un saludo.
Isaac
Considero que a la larga el libro digital terminará imponiéndose, es solo cuestión de precios y de accesibilidad inmediata. De hecho la mayoría de los trámites burocráticos y bancarios se realizan en línea. No sé si el ahorro de papel es significativo para que esta consideración pese en la decisión final de las editoriales. Bibliotecas completas se encuentran en la Red a la distancia de un solo clic.
Obviamente se irá perdiendo de a poco el ritual que acompaña a la lectura de un libro físico como el subrayar, doblar una página en ausencia de un marcador, el aspirar el olor del papel o mancharlo con una lágrima. O envolverlo como un regalo para alguien especial.
Los hábitos de lectura, como toda acción humana dinámica, también se verán avocados a un cambio y el condicionamiento general será el encargado de lograrlo. Quizá en el futuro, espero no estar allí, el libro en papel sea una rareza.
Lo que no cambiará es la necesidad del ser humano de conocer, por medio de unos símbolos gráficos, la posibilidad de aprender y seguir emocionándose. Tal como me emociono en este momento al escribir estas palabras mientras de reojo miro el libro que tengo sobre la mesa listo para ser abierto…
Estoy totalmente de acuerdo con el comentario de Rachael. Tal vez con el tiempo el libro digital acabe imponiéndose al papel, pero no creo que lo lleguemos a ver. Falta mucho tiempo para que eso ocurra. A día de hoy el papel sigue por encima del digital, o cuanto menos al mismo nivel. Yo tampoco distingo, y aunque me considero un amante de los libros de papel, un bibliófilo en sentido estricto, celebro todas las innovaciones tecnológicas en el mundo de la lectura por lo que estas puedan suponer. Aunque el objetivo de la tecnología sea facilitarnnos la vida, no creo que sean simplemente para hacernos lectors más vagos, ni creo que sean simplemente para no tener que tocar la pantalla con los dedos. De cualquier modo, todavía queda la opción de leer a la vieja usanza. Cuantas más opciones de lectura haya mejor.
Desde luego parece un instrumento interesante. No obstante, y no sé si en este sentido estoy bajo la influencia del libro de N.Carr «Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes» que es muy crítico con este tipo de enfoques, me pregunto si tanta interactividad no es realmente incompatible con una lectura comprensiva y profunda.
Bueno, quizás sea configurable y podamos elegir activar sólo las funciones que más nos interesen o usarlo sólo para leer texto extranjeros o relacionados con el trabajo y «desactivarlo» o volver al libro de papel para otro tipo de lecturas más relajadas.
Gracias por el post, muy interesante también el vídeo
Lo bueno de este tipo de propuestas es precisamente su flexibilidad. Nadie te obliga a usarlo o a usar todas sus funciones. El programa se puede (y se debe) adaptar a las necesidades del lector. No es que siempre se vaya a hacer el mismo uso.