Cuando alguien habla sobre las ratas, todo el mundo le da asco. Al fin y al cabo, es un ser sucio que se alimenta de los restos y que cría cientos de individuos al año. Ha sido catalogada como plaga, especie invasora y transmisora de enfermedades. Hoy aquí hablaremos de las ratas como autoestopistas.
Empezamos por la rata conocida como Rattus rattus ‒nombre original donde los haya‒ y que son las clásicas ratas negras. Hace trece siglos solo vivían en la Asia tropical, pero ayudada por los humanos ‒que llegaban allí con caravanas y desperdicios en comida‒ fueron extendiéndose ciudad por ciudad hasta llegar a Europa. Hoy en día existe en todas y cada una de las ciudades grandes, y en gran parte de las pequeñas. Por supuesto, ayudaron a asentarse los miles de barcos con cruzados que atravesaron el Mediterráneo durante varios siglos, haciendo casi imposible fletar un barco sin ellas a bordo.
Por supuesto hubo durante los siglos X-XIII multitud de estos seres que murieron junto a otros tantos humanos en lo que hoy en día se conoce como la peste negra. Las ratas Rattus rattus caían víctima de una pulga que transmitía la enfermedad, y como se encontraban en toda Europa, por aquí lo pasamos realmente mal cuando la enfermedad se extendió. Eso disminuyó durante un tiempo el número de Rattus rattus, ayudado por el hecho de que la Rata Noruega ‒Rattus norvegicus, que en realidad viene de China‒ también se instalase poco después en Europa, siendo inmunes a la peste negra.
Por suerte para la rata negra por aquél entonces en la Península Ibérica comenzamos a aficionarnos a los viajes por todo el mundo, e incluso a continentes nuevos varios cientos de años más allá. De modo que la rata Rattus rattus volvió a hacer autoestop, invadiendo América, África y Australia. Pero para 1800 la rata Noruega había seguido a la rata negra, y hoy en día existen en toda la Tierra excepto los polos.
Pero no todo es malo sobre las ratas. Gracias a una fisionomía realmente parecida a la nuestra y un ciclo de vida tan corto en comparación con el nuestro hemos sido capaces de usarlas para avanzar en medicina o para poder ir al espacio. Se cree que sin ellas hubiesen muerto miles de astronautas en los inicios de la era espacial, y es posible que hubiésemos pospuesto el salir a dar tumbos por el espacio varios centenares de años por ello.
De modo que, gracias a las ratas, en 2024 el experimento Mars One hará que se establezca la primera colonia permanente en Marte. Me hago la pregunta de si nos llevaremos las ratas con nosotros. Es casi seguro que en esos viajes iniciales será totalmente imposible que una sola rata se cuele en las naves debido a la seguridad, pero cuando haya que enviar toneladas de recursos al planeta rojo de modo semanal es muy probable que llenemos las ciudades marcianas de ratas noruegas y negras. Y me pregunto si se las llamará Rattus terrestrium, ya que es posible que sea el único animal que nos llevemos al principio.
Si alguien me pregunta en un futuro sobre la «Historia breve de las ratas» le remitiré con gusto a este artículo… No entiendo mucho de la experimentación con animales, pero evidentemente su uso no nos es del todo desconocido, pues no son pocas las campañas y debates habidos en torno a esta cuestión. El caso es que no dudo que en un futuro se hará uso de hombres y no tanto de ratas (el ser humano se ha triplicado, siento el símil, pero es verdad, y, a efectos prácticos, al científico le viene mejor que seamos nosotros los conejillos de indias). El ser humano es sumamente inteligente (y sumamente malvado, sí, sí, créeme), las variables a tener en cuenta son muchas y las ratas, a fin de cuentas, no son tan semejantes a nosotros: pueden soportar grandes vicisitudes, pero no están tan preparadas como el ser humano para afrontar lo impredecible. El hombre crea, la rata no. ¿Cómo podrían éstas ingeniárselas para sobrevivir en circunstancias que ni sabemos? Apuesto a que el ser humano creará lo que haga falta para resolver sus pequeños problemillas de supervivencia (sobrevivencia suena muy mal) en este planeta y en cualquier otro…
Bueno, ya sé que tu planteamiento no iba por ahí, no se trataba de que las ratas pensasen en nada, pero es que no me he informado mucho acerca de su fisionomía, ni sobre la experimentación con ellas, ni sobre el experimento «Mars One»… y como vivo en España no quería desaprovechar la oportunidad de poner en práctica una de sus grandes tradiciones: «Hablar de lo que no se sabe…» Gracias. Un saludo.
Yo tampoco soy un experto en el tema, pero es verdad que últimamente se ha hablado mucho de la experimentación animal a cuenta de algunas opiniones vertidas en diarios bastante leídos y comentados. La ética, qué duda cabe, debe estar presente en todas las facetas del ser humano, incluyendo las ciencias y la experimentación, pero existen avances que solo se han podido producir (o que hubiera llevado muchísimo más tiempo para idénticos resultados) a través de la experimentación animal. Eso no significa que los científicos sean unos malvados despiadados que disfruten con el sufrimiento de los animales o cualquier cosa valga.
Veo que os ha «gustado» lo de la experimentación con animales. He de decir que yo no disfruto con el sufrimiento animal, soy antitaurino y lo paso fatal cuando veo a un «bicho» (genérico) sufrir. Eso no significa que no apoye la experimentación con animales y todas las perrerías que les hacen. Lo apoyo y secundo, y lo haría yo mismo si nadie quisiese hacerlo a pesar de mis sentimientos encontrados.
Soy consciente de mi «egoísmo», o un egoísmo para con mi especie. A mi que sufra una rata por curar una enfermedad humana me parece un precio bajo a pagar, y el humano tiene preferencia si la raza de la rata sigue inalterada (otra cosa sería que las masacrásemos, pero el hecho es que las criamos para ello). Me califico, si hace falta, como egoísta, inmoral y falto de sentimientos, como mala persona y como agente cruel del universo. Estaría de acuerdo, y eso no cambiaría mi opinión. La justificación es que la humanidad necesita saber, es un modo de alimentarse. Somos una raza endeble con el cerebro como único arma. A nadie le da pena un león por alimentarse, a mi no me afecta el pisotear otras razas para salvar la mía, con todo lo mal que suena.
Por mi, por todos mis compañeros…pero por mi primero 😛
Me gustaría tener las ideas tan claras como tú con respecto a este tema, pero te mentiría si dijera que las tengo. No es que no me quiera mojar, pero es que cuando he visto argumentos por una y otra parte he comprobado que todos tienen algo de razón y a todos les falta algo de razón. Lo que sí es verdad es que creo en la experimentación animal como el mal menor. Quizá haya otras formas más éticas de hacer ciencia, pero de momento el ser humano no las conoce.
No me gusta juzgar, pero tampoco estoy muy de acuerdo con la experimentación animal. Para irme a lo fácil, me quedo con la primera frase: soy de las que siente asco apenas se nombra a las ratas, aggg. Excepto que se trate de Firmin o de las ratas de Nihm 😉
Me encanta el colofón de Rachael sobre la tradición española de «hablar de lo que no se sabe», es genial. Y eso que me temo que yo también la practico.
Jejejejeje esta genial.
Somos españoles (o hablamos su lengua), todos practicamos el hablar sobre lo que no sabemos. Pero es que es más divertido que solo escuchar, es algo que no podéis negar 😛
Muchas gracias por vuestra participación, de verdad, le dais vida a mis artículos =)
La verdad es que si pensamos en Firmin se le da un matiz un poco más dramático al artículo 😉