En literatura las primeras impresiones pueden ser decisivas para decidirnos por un libro u otro. Un buen diseño en la cubierta es una de las mejores invitaciones para abrir un libro. Y unas buenas frases iniciales son como una puerta de entrada que nos abre el paso o nos lo niega a la historia que viene justo a continuación. Muchos de esos comienzos son tan memorables que basta con decir el título del libro para que muchos lectores reproduzcan sus primeras palabras. Hace algún tiempo American Book Review recogió algunos de ellos en una lista con las cien mejores frases iniciales de la literatura universal, aunque como adolecía de títulos hispánicos decidí hacer mi propia lista de primeras frases de la literatura castellana ‒y también de las frases finales‒. Yo elegí las más conocidas, pero hay listas con aperturas menos famosas.
Ahora bien, todo tiene su contrapartida, y si se habla de lo mejor también se puede hablar de lo peor. Por ejemplo, he publicado tanto una lista con las cubiertas de libros más originales como otra con las peores cubiertas de libros de todo el mundo. Y si lo hice con cubiertas de libros, ¿por qué no hacerlo con las frases iniciales? Se me podrá decir que el gusto es algo muy subjetivo y que, si bien puede ser relativamente sencillo percibir cuándo nos encontramos ante una primera frase sobresaliente, no es tan sencillo cuando hablamos de los más malos. Por eso, he querido echar mano de un truco que usé para presentar al peor pintor del mundo: un certamen que lo que trata de buscar es precisamente eso ‒en este caso estamos hablando del Concurso Internacional de Pintura Pavel Jerdanowitch‒.
En efecto, existe una competición para decidir cuál es la peor frase de la literatura. Se trata del certamen anual Bulwer-Lytton. Este estrambótico concurso toma el nombre de Edward Bulwer-Lytton, un escritor que a pesar de haber sido muy popular en su época y de haber cultivado todos los géneros habidos ha soportado mal el paso del tiempo y hoy en día apenas es conocido. Se le recuerda sobre todo por haber acuñado algunas frases hechas como «la pluma es más fuerte que la espada» o «perseguir al todopoderoso dólar» y por el comienzo de una novela, Paul Clifford, que es precisamente el que ha dado lugar al certamen de marras.
No es que el principio de Paul Clifford de Edward Bulwer-Lytton sea el peor de la literatura, pero sí que ha pasado a la historia como uno de los más insustanciales y estereotipados, todo un ejemplo de lo que debe evitar cualquier escritor. Dice así: «Era una noche oscura y tormentosa; la lluvia caía a torrentes, excepto a intervalos ocasionales, cuando la interrumpía una violenta ráfaga de viento que barría las calles ‒pues es en Londres donde transcurre nuestra escena‒, repiqueteando en los tejados y agitando fieramente la escasa llama de las lámparas que luchaban contra la oscuridad». Un principio, por cierto, que es utilizado una y otra vez de forma paródica por Snoopy en sus intentos por ser escritor.
Pues bien, con este comienzo por bandera, el certamen Bulwer-Lytton trata de buscar cada año las peores primeras frases de la literatura. Cada participante puede presentar tantas primeras frases como quiera ‒comienzos de solo una frase‒, tan extensas como desee ‒aunque se recomienda entre 50 y 60 palabras‒, y en cada una de las categorías o géneros. Ten en cuenta dos detalles: no hay premio alguno y el plazo de entrega es entre el 15 de abril y el 30 de junio. A día de hoy estás fuera de plazo, pero puedes ir preparándote para el certamen del año que viene.
Aquí puedes echarle un vistazo a los ganadores de todas las ediciones, un total de 30 comienzos. Y es que el certamen se viene celebrando nada más y nada menos que desde 1983. Algunos de ellos son, desde luego, inolvidables, y toda una lección a evitar. Aunque sigo echando en falta algo parecido en literatura castellana. Quién sabe, quizá con el tiempo me anime y lo haga yo mismo.
Mira que puede enganchar una primera frase cuando es buena, pero cuando no lo es… pues no te engancha, pero sigues leyendo por si luego el texto mejora. A veces pasa. Pero reconozco mi debilidad por las primeras frases. Encontrar una que sea poderosa, un fogonazo, es una auténtica maravilla.
Un beso.
Voy a romper una lanza por Edward, que me apetece y lo merece mucho.
Bulwer Lytton es objeto de coña por esa frase, sí, pero en mi opinión resulta completamente inmerecida y aleatoria. Hay comienzos infinitamente peores y ese no es más que hijo de su tiempo. Si alguien empezara a leer El Quijote desde el manuscrito original, podría decir que está lleno de faltas de ortografía o que las frases no se escriben así. Sería otro ejemplo de juzgar lo antiguo con criterios de ahora.
«Un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo…», así empieza Poe a narrar su caída de la casa Usher, por ejemplo. Y no me suena que listillos del Writer Digest le dieran leña como a Lytton.
Un día nos dicen que tal novela es un clásico y ya no nos metemos con ella, aunque en su día algunos le dieran hasta en el carné (véase Los miserables, Moby Dick, El guardián entre el centeno… y cualquier obra que se haya escrito). Pues creo que pasa lo mismo con esto. Un día alguien con pretendida autoridad (o no) dijo que era la peor frase y muchos repiten como loros y se ríen, y se hace un concurso, porque es divertido, pero nadie se plantea si es verdad o no, o ni siquiera si algo se puede calificar de malo.
El Writer Digest ahonda en esa burla y el American Book Review, sin embargo, la califica en el puesto 22 dentro de las mejores primeras frases de una novela. ¿A quién me creo? ¿Cuál es la diferencia? Pues que la primera chanza cuajó y se perpetúa en bromas como las de Snoopy, que personalmente me parecen graciosas y hacen que todo se extienda y repita, pero nada tiene que ver con si la frase es buena o mala.
Lytton soporta muy bien el paso del tiempo. Hace poco me leí La casa y el cerebro (editorial Impedimenta) y es uno de los mejores relatos de casa encantada que ha caído en mis manos, sino el mejor. De hecho, me sorprendió por su modernidad, tanto en la prosa como por el tratamiento de algunos temas y escenas.
Y ya está, porque Lytton puede defenderse solo si se lee.
Un saludo y, como siempre, da gusto leer aquí.
Puestos a opinar, no estaría mal que te animaras y lo hicieses… (encontrar comienzos malos entrañaría, más o menos, la misma dificultad que hallar los buenos, siempre que se haga bajo el mismo criterio de selección, claro; aunque, si se tratara de obras famosas sería un poco arriesgado, por lo polémico que resultaría… pese a que nos fiamos de tu criterio…). La mejor opción es hablar de comienzos «curiosos», y no tanto de comienzos malos…
Ciertamente, la lista de ABR que abre el artículo sólo destaca dos casos en lengua castellana (maravillosamente tratado este punto en el enlace que ofreces inmediatamente después: las obras escogidas son geniales, aunque he de confesar que el comienzo de Alfanhui, de Sánchez Ferlosio no le conocía, las otras sí, son inolvidables…). Me ha gustado mucho el artículo (por cierto, de los 30 comienzos el peor, para mí, el de 1993. No es que los demás no estén llenos de tópicos o no se merezcan una crítica, pero es que éste: que enlaza y enumera, a lo loco, todo lo conocido hasta llegar al viernes trece… no me extraña que le dieran el premio…) Gracias. Un saludo.
Isaac, entiendo tu protesta y en realidad no puedo decir que no esté de acuerdo. Mi intención no era juzgar a Edward Bulwer-Lytton ni el comienzo de Paul Clifford. No creo hacerlo al decir que ha pasado a la historia como uno de los más insustanciales y estereotipados, porque de hecho así es como ha sido.
Pero mi intención era más centrarme en el certamen que en la figura de Bulwer-Lytton. Lo que ocurre es que tenía que detenerme en el escritor para que se entendiera bien el certamen. Y a pesar de todo, si miras la página, no se hace demasiada sangre con la figura de Bulwer-Lytton. Quiero decir, no se le ataca. Es verdad que se ha cogido como símbolo, pero no se llega a decir que sea un mal escritor.
Más que enjuiciar cuáles son malos o buenos comienzos, me quedo con el detalle de un certamen en el que sus participantes buscan escribir el peor comienzo de la literatura. Como ejercicio literario, de hecho, me parece incluso algo sano. La capacidad de reírse de uno mismo. A mí la idea me encanta.
Lo que no quita para que la lanza que has roto por Bulwer-Lytton esté muy bien rota.
Tampoco yo me atrevo a hacer una lista de literatura castellana, Rachael, por lo que señalas de polémico. Que cada lector elija sus buenos y sus malos comienzos. Lo que no me dejaba lugar a dudas era el ejercicio de unos escritores que se empeñan de forma voluntaria a ser malos.
Sin palabras… 🙂
Hola:
Es cierto que apenas se le da a cera en el artículo a Lytton y que se centra en el concurso, que es el nudo del artículo. A mí me parece muy curioso y divertido, que se hagan esas cosas me gusta. De hecho la lanza no va al artículo, que me ha gustado mucho, la he roto porque algunos listos que se meten con Lytton lo hacen muy ufanos, tomándose muy en serio algo que no se puede. Y lo hacen como si ellos hubieran hecho algo mejor, como si tuvieran idea de lo que están hablando.
Saludos a todos.
Isaac
Es bueno saber que existen concursos como este y concuerdo con usted en que son una gran ventana para la imaginación. Quiero resaltar que revisando en link que dejó sobre las «100 mejores primera frases de novelas» en el puesto 22 se encuentra esa cita que plasma de Paul Clifford, por lo que puedo inferir que pudo ser tan mala que paso a la historia o tan inédita que marco pauta, fácilmente aquí entra en juego el gusto pero más allá de aquello no se puede negar que resuena en el mundo literario.
Seguiré revisando aquella lista donde he encontrado frases encantadoras e inspiradoras. Cuente con mis constantes visitas a la página.
Saludos.
Muy observadora, Alexandra. No me había dado cuenta de ese detalle. Eso refuerza la teoría de Isaac de lo endeble que es el criterio para levantar o hundir a los escritores. Desde luego, es un principio que ha creado escuela como pocos, y eso, por lo menos es digno de reconocerlo.
Sé bienvenida a la página cuando quieras.