Durante el periodo Edo o Tokugawa (1600–1868), el emperador y último shōgun, Tokugawa Yoshinobu, prohibió que las mujeres interpretasen papeles teatrales. A fin de acabar con la costumbre de que, terminada la representación y caracterizadas todavía como sus personajes, se prostituyesen; algunos espectadores pagaban grandes sumas por tener relaciones sexuales con el personaje, más allá de la interprete o su atractivo –los japoneses siempre han tenido un sentido del fetichismo exquisito–.
La solución, por decreto imperial, consistió en que todos los papeles femeninos fuesen interpretados, obligatoriamente y sin excepción, por hombres que, maquillados y vestidos como mujeres, se prostituían al final de cada representación, superando incluso lo que se ofrecía antes por sus compañeras de reparto –los japoneses siempre han tenido un sentido del morbo exponencial–.
El efecto perverso aparece cuando la solución a un problema lo fortalece o propicia otro distinto.
Otras veces, se presenta cuando el recurso propuesto excede el problema en sí:
Por ejemplo, en plena carrera espacial con la URSS, EE.UU. se percató de que sus astronautas no tenían algo con lo que escribir en el espacio; ya que los bolígrafos convencionales no funcionan en gravedad cero. Para solucionar este problema, la NASA invirtió más de medio millón de dólares en investigación, aunque el resultado no fue todo lo bueno que esperaban. Pues, la primera versión del Space Pen, funcionaba o no dependiendo de la temperatura y otros factores imprevistos en un entorno tan desconocido y hostil.
Mientras tanto, los cosmonautas rusos, en cuyo programa espacial no figuraba este problema y, por tanto, los responsables no se habían gastado un rublo en investigarlo, usaban un lápiz.
Finalmente, el Space Pen se perfeccionó con un modelo de Paul C. Fisher, que escribe: en gravedad cero, bajo el agua, en un espectro amplio de temperaturas, sobre papel mojado, incluso en superficies grasientas o deslizantes; no muchos años antes de que casi todo se anote mediante: teclados, pantallas táctiles, o grabación de voz.
Hoy, la NASA asegura que se trata de una «leyena urbana» y que nunca invirtió un dólar en investigación, ni se lo encargaron a la Fisher Space Pen Company, y que fue el fabricante quien se lo ofreció.
Es posible que sea cierto, pero, aún así, es una historia que me gusta por su mecánica perversa: «Mata moscas a cañonazos».
El último ejemplo es mi preferido:
Cuando la censura del régimen franquista intervino y tergiversó el doblaje de la película Mogambo (John Ford, 1953), para que el idilio entre el personaje interpretado por Grace Kelly con el de Clark Gable no fuese adulterio, ya que el marido (el personaje sentado a la izquierda en la foto) está presente en casi toda la película. La solución fue presentarlo como su hermano. Así al adulterio –sigue siendo evidente que están casados– se suma el incesto.
Conocía la anécdota del bolígrafo espacial y el lápiz y, sobre todo, la de Mogambo. De pequeña la vi con ese doblaje maquiavélico (cuando había rombos) y recuerdo preguntar cómo podía ser eso y a mi padre pasándolas canutas intentando explicarlo. Más tarde, me contó la historia con bastante mejor humor. Como apasionado del cine (además de crítico) le dolía en el corazón.
Lo del teatro japonés es para nota, también.
Gracias.
todo lo leído me agrado. Que buen articulo. esta genial.
Se parece al efecto «Streisand»
No es que se parezca, es que le efecto Streisand suele implicar una mecánica perversa y, por tanto, es fácil que la intención de ocultar algo, a todas luces inocultable, genere más interés sobre el asunto. El efecto perverso de un efecto Streisand (que ya lleva el suyo propio inlcuido y por tanto serían dos) es el bulo: trato de ocultar algo falso para que la gente crea que es verdadero y lo difunda con más ganas.
A mí también me recordó al efecto Streisand, aunque es algo mucho más concreto. Lo que demuestra este efecto es que hoy en día con Internet no puede guardarse ningún secreto.
Buen artículo. A veces es peor el remedio que la enfermedad. Muy interesante.
El problema de usar lápices de grafito es que desprenden polvo, aunque en la tierra no es muy relevante, en el espacio ese polvo flota por los conductos de ventilación y los paneles de control, siendo el grafito muy buen conductor de la electricidad aquella minucia de repente pone en peligro la vida de la tripulación.
Pues sí, eso es un problema, pero yo tengo lápices de mina no blanda que no dejan nada. Y si es un poco, siempre se lo puede esnifar el astronauta.