El escritor es un animal fundamentalmente sedentario. Salvo contadas excepciones, eEscribir un libro es una proeza que solo se consigue después de haber pasado muchas ‒a veces muchísimas‒ horas sentado. Y en algunas ocasiones la escritura puede llegar a ser tan absorbente que no hay tiempo ni para comer. Solo para picar algo entre capítulo o capítulo, o entre página y página, dependiendo del hambre que haya. Grosso modo se podría decir que ese es el combustible de la creatividad.
Como si fuera una rutina de trabajo más, los escritores tienen sus preferencias, sus comidas fetiche. Algunos son más de dulce y otros de salado. Otros necesitan café inyectado en vena para funcionar, caso de Balzac o de Proust. Whitman empieza su día con un extravagante desayuno de carne con ostras, mientras que Flaubert no comienza a funcionar hasta tomar un completo desayuno formado por huevos, verduras, queso o frutos, con una taza de chocolate frío.
Para retratar algunos de esos aperitivos favoritos la artista Wendy MacNaughton ha realizado una curiosa ilustración para el diario The New York Times. De todos ellos llama en especial la atención el de Lord Byron, que bebía vinagre para mantener la línea.
Dejando a un lado al excéntrico Lord Byron, son realmente curiosas las apetencias de los distintos escritores… (qué sufrida austeridad la de Dickinson, Kafka y Maynard…) Los hábitos de Balzac y Proust bien pueden asimilarse como propios, pues no son muchas las personas que ingieren algo sólido antes de escribir (y en tal caso, es poco porque si no te entra sueño y necesitas que la mente se active, no lo contrario). Esto me lleva a pensar que tanto Flaubert como Whitman no podían entregarse de inmediato a la tarea… (¿lo harían?) El mejor, para mi gusto, Capote. Aunque acompañaría con algo dulce al café y al té (pastas) y con algún aperitivo salado al vino… (el vermouth es muy empalagoso, mejor vodka y mejor más tarde…). Gracias. Me ha gustado mucho el artículo (me encantan estos artículos…) Un saludo.
También hay quien ayuna, porque el cuerpo se pone en guardia ante la falta de alimento y, por lo visto, aumenta el nivel de atención para que puedas conseguirlo poniendo a trabajar las áreas creativas del cerebro. Eso de: Todos los perros cazan mejor con hambre.
Luego están, claro, Charles Bukowski y Raymond Carver, que al ayuno sumaban güisquis y vodkazos a palo seco.
Mi opinión personal es que se ha creado un mito alrededor del escritor que no es cierto. Yo no creo que alguien no respete las comidas o permanezca un mes encerrado en la casa sólo por escribir, entre otras cosas. Amo escribir pero mucho de lo que se lee sobre excentricidades y manías, son en realidad elementos para que el oficio se vea más misterioso de lo que es.
Hola.
Como a Rachael me encantan estas historias.
A diferencia de Diego, pienso que al ser tan variado el género humano siempre puedes encontrar a alguien, aunque sea solo una persona en todo el planeta, que haga algo que tú crees imposible o difícil.
Sin embargo, sí tiene razón en que se mitifica al escritor (al igual que a los cantantes, los músicos o los deportistas) cuando deberíamos pensar que son, simple y llanamente, personas como nosotros que destacan en una actividad (igual que una persona anónima puede destacar colocando azulejos o cultivando flores o enseñando en una clase). Lo que ocurre es que al dedicarse a algo que no es un trabajo «normal» o «habitual» los autores alcanzan el nivel de mitificación que logran (y no todos, por supuesto. ¿Cuántas personas con talento literario que merecerían ser conocidos, admirados y leídos nunca van a ver sus obras publicadas? La respuesta es clara. Y dice esto alguien que se dedica a escribir, que participa de vez en cuando en concursos literarios y que aspira a vivir algún día de las letras (misión casi imposible, pero no desisto).
Cuando estaba leyendo el post estaba pensando que seguro que hay mucha gente (o al menos alguna) que toma desayunos peculiares y no son escritores ni se dedican a ninguna disciplina artística.
Un saludo y magnífico blog.
Diego, creo que tienes razón en cuanto a que se crean algunos mitos alrededor del escritor. Sin embargo, estoy más de acuerdo con Alberto, pues hay personas que escriben y se obsesionan mucho con esta tarea (pero mucho). ¿Cuando te surge una idea y estás dándole forma te acuerdas del reloj? (eso es raro…)
El escritor lo mismo se levanta de la cama para apuntar algo que le viene a la cabeza, sean las dos o las tres de la mañana, que se acuesta a las cuatro sin haber cenado y con una rebanada untada y medio mordida sobre un plato olvidado de hace once horas… (y eso no puede controlarlo…lo mismo da si vive en familia que solo, y eso que estando solo la cosa es incluso más caótica…) En cuanto a encerrarse, ya no un mes, se puede tirar casi una vida… no hay nada más común que el encierro en un escritor (…pero ese es otro tema y más complejo)
Por supuesto, hay excepciones, pues hay escritores que pueden adaptarse perfectamente a una vida normal (si entendemos por normal hacer cosas comunes al resto, claro), pero, sin duda, cuanto más te entregas al oficio, menos probabilidades hay de que prestes atención a otras cosas (la familia, la sociedad, la dieta, tu atuendo…) porque estás pendiente de otros objetos, de otros mundos… por olvidar te olvidas hasta de ti mismo…
Gracias. Un saludo. (Siento la extensión, no he podido reprimir el impulso de responder…)
Si!, es cierto, sentarse a escribir no es fácil, si no se tiene la idea o el argumento escrito previamente. Hay ocasiones en que viene a la mente, cuando tomo algo de café y permanezco relajado mentalmente, o cuando se comienza a buscar un dialogo con uno mismo.y creo estar algo loco, por reír de algo que llego a la mente, o comienzo a hablar y contradecir, que esta bien o esta mal, tan bien, me despierto con la idea del personaje y escribo para recordarlo,para luego mas tarde, anexarlo al argumento.Y cuando comienzo a escribir me tomo un carajillo, café sin dulce, con un poco brandy o aperitivo .Es mi opinión sobre ciertos hábitos como escritor; Soy escritor urbano .crónicas socio políticas y literarias, escultor técnica en lamina y hierro forjado.. http://www.bernapuerta.blogspot.com
Yo sí estoy de acuerdo en que hay ese mito. Cualquier proceso que implique la participación de la creatividad es suceptible de ser mitificado. Y en realidad no está mal que así sea. ¿Por qué esa mitificación? Creo que es sencillo: porque no se puede explicar el proceso creativo del artista (hablo aquí de artistas en general más que de escritores en particular). Porque cada escritor tiene sus propios trucos, sus secretos, sus mecanismos, porque lo que le funciona a unos no le funciona a otros. Al final no se puede desvelar ese halo de misterio que hay en torno al proceso creativo, porque no se puede resolver en una fórmula matemática. Y no está mal que así sea. Quizá por eso vemos costumbres tan dispares entre los grandes genios. Por supuesto que se puede crear una obra de arte con la barriga vacía, y con la barriga llena, y puesto hasta las cejas de alucinógenos. Esa es la maravilla del arte.
La realidad es que cuando hacemos algo con mucho gusto se nos pasa el tiempo volando. Nada mejor que utilizar nuestro tiempo con algo que en verdad nos gusta en su totalidad.
Realidad, mito y máscara. ¿Hasta dónde llega cada uno de ellos?
Tan interesantes como el artículo son todos los comentarios. Abstraerse, obsesionarse, olvidarse de todo cuando estás tan involucrado en la tarea que apenas puedes pensar en más. Dejarte llevar por la idea repentina, por la necesidad de volcar toda una catarata de frases que no puedes dejar escapar… Todo y nada. Me creo cualquier cosa. Un kilo de cerezas, de una en una, a lo largo de una mañana. Un café que, al cabo de una hora y media, se ha quedado frío y ni te das cuenta.
Un poco de pose: me encanta la dieta Truman Capote, aunque cambiando el jerez por un vino tinto, o un blanco fresquito si aprieta el calor 😉
Creo que la dieta de Truman Capote nos ha conquistado a todos. Y mejor con tus cambios 😉
abstraerse es la definición de ese momento clave,en el que,las frases llegan sin pedir permiso ,no hay tregua en esos momentos a todo lo que quiere referirse nuestro pensamiento,lo demás ¡no existe! ni comida ni bebida alguna
pueden igualar ese placer que zazou explica como catarata interminable de frases que no puedes dejar escapar