Algo hay en el libro como objeto físico que impresiona y fascina. Algo que ha hecho que desde sus orígenes el ser humano le haya profesado respeto y temor, devoción y odio, a partes iguales. Si solo contaran las ideas que contienen a qué tanta discusión obcecada en comparar los libros tradicionales con los ebooks. No, los libros no pueden ser simplemente un montón de palabras arrojadas sobre un puñado de páginas cosidas o pegadas a un lomo.
Un ejemplo más de esa profunda admiración son los objetos que, desde hace cientos de años, simulan ser libros sin serlos. Y no me refiero solo a las cajas de seguridad que se esconden en las estanterías. En Book Patrol he descubierto que en inglés existe una ingeniosa palabra para designarlos: los blooks, un neologismo formado por las palabras «book» y «look» intraducible al castellano. La palabra fue acuñada en 2001 por Jeff Jarvis para referirse a los libros impresos derivados de un blog, pero recientemente Mindell Dubansky, jefe del Centro Sherman Fairchild para la Conservación del Libro en el Museo Metropolitano de Arte, le dio un nuevo significado: objetos que no son libros pero los emulan.
Hace poco Dubansky ha abierto un blog en el que se dedica a recopilar cuantos blooks se atraviesan por su camino. En palabras de Dubansky, «hay un sinnúmero de ejemplos que incluyen bares, cámaras, radios, bancos, juguetes, monumentos, latas de comida, accesorios de escritorio, cajas fuertes de libros, instrumentos musicales, juegos de magia, muebles y joyas. Los blooks tienen las mismas características que los libros y muchos toman la forma de títulos específicos y formatos de libros. Significan el conocimiento, la educación, el gusto, el poder, la riqueza y más. Se han atesorado y transmitido a través de las generaciones, y muchos miles están en viviendas particulares, empresas públicas y privadas y en museos y bibliotecas de todo el mundo. Los blooks se han utilizado para celebrar y conmemorar ocasiones importantes y las pérdidas personales y éxitos. Sirven como recordatorios de visitas memorables a lugares importantes, como receptáculos para contener objetos valiosos y prácticos y son la fuente de gran diversión».
A continuación unos cuantos ejemplos de blooks.
Hola, Alejandro.
Me encanta este artículo, una pasada las fotos.
Estoy de acuerdo contigo en que los libros no son solo el contenido. Tienen más, mucho más, para aquellos que los amamos.
Un saludo literario.
PD: aunque no tenga nada que ver con el tema de tu post, como estudiaste Filología Hispánica tal vez puedas ayudarme a resolver una duda. Supongo que te enteraste del descubrimiento (aunque en realidad fue en 2011) de cuatro textos desconocidos de Cervantes (precisamente en tu tierra, Sevilla). En la foto que vi de uno de ellos aparece la firma del autor del «Quijote» y escribe su primer apellido con «b». ¿Sabes por qué y cuándo comenzó a escribirse Cervantes con «v»?
No es que Cervantes escribiera su nombre con «b», es que el uso de ciertas grafías todavía no estaba fijado en el siglo XVII. Piensa que el último gran cambio de la lengua se produce en el siglo XVI, antes había mucho baile con respecto a las letras. El XVII es un siglo de transición y la norma se fija definitivamente a principios del siglo XVIII, con la aparición de la Real Academia de la Lengua. A partir de ahí ya se fija cómo debe escribirse cada palabra y qué se entiende por incorrecciones.
Buenas tardes… Qué magníficos los «artículos de lujo» que has escogido para esta entrada. Me encantan… (sobre todo el que guarda un microscopio, y el del tintero… y el de la cámara…) Qué maravillosa colección de artilugios, es fascinante. Me gustaría tenerlos todos, aunque me conformo con uno solo (a ver si tengo suerte y algún día encuentro alguno similar a estos en un anticuario, un rastrillo, una feria de viejo… sí, ya lo sé: las probabilidades de hallar algo semejante son escasas. Bueno, las cajas que simulan libros sí son bastantes comunes, si bien no tan bonitas ni curiosas como las que aquí se muestran…) Bueno, el artículo de hoy es genial (Por cierto, ¿el libro-frasco es una petaca o esconde un perfume en su interior? ¬¬) Gracias. Un saludo.
Por la presentación yo lo veo más bien como una petaca, aunque supongo que también se le puede echar perfume. Solo es cuestión de ir fijándose y seguro que al final acabas encontrando alguna de estas maravillas.
Me encantaría sumar alguno de estos a los libros auténticos. Gracias por mostrárnoslos 🙂
Besos.
Creo que es el complemento perfecto para un amante de los libros 🙂