En varias ocasiones me he referido a artistas que componían sus creaciones a partir de libros, como Jodi Harvey-Brown, Malena Valcárcel o Terry Border. Con un poco de imaginación ‒o mucha‒ las posibilidades que ofrecen los libros para transformarlos en arte son prácticamente ilimitadas. Una variante más es la obra de Long-Bin Chen, aunque sus esculturas estarían más cerca de Li Hongbo que de los mencionados, porque Chen talla los libros como si de madera, piedra o mármol se tratara, con resultados verdaderamente insólitos. En realidad este artista taiwanés no se limita a trabajar con libros viejos sino que incorpora como materia prima cualquier soporte que incluya papel, como periódicos, guías telefónicas o revistas.
Ese tipo de materiales sirve a Chen para reflexionar sobre la actual sociedad de consumo y de información en que vivimos, así como los problemas ecológicos derivados de la acumulación y eliminación de residuos y el uso de recursos no renovables, además de, en ocasiones, la oposición entre los contextos culturales de Oriente y Occidente. En contra de lo que podría parecer, en la obra de Chen subyace una reivindicación del libro como objeto estético, relegado a un segundo plano desde la aparición de las nuevas tecnologías de la información. A menudo Chen interpreta al pie de la letra la frase de Marshall McLuhan de que «el medio es el mensaje» y la forma de sus esculturas se ajusta al contenido de los libros usados, como si su arte reflejara aquello que aparece en las páginas.
Chen solo utiliza materiales de deshecho, libros que de otro modo irían directamente a la basura, dándoles de este modo una segunda oportunidad. Para conseguirlos suele visitar regularmente bibliotecas universitarias, librerías, editoriales, museos arqueológicos o compañías telefónicas. A continuación les da la forma con motosierras, taladros, sierras de cinta, lijadoras, tijeras y todo tipo de herramientas de carpintería.
Este artista, que ha ganado premios en Europa, Taipei y Japón, ha realizado numerosas exposiciones en galerías y museos desde hace muchos años en Japón, Corea, Francia, Alemania, Hong Kong, Italia, Londres, Singapur, Taiwán o el Reino Unidos. Además, parte de su obra se encuentra en numerosas colecciones públicas y privadas internacionales. Y desde luego no se puede negar, echándole un vistazo, que lo merezca.
Es extraordinario… No conocía en absoluto la obra de este artista. Me encantan todas las imágenes. Los rostros están tan magníficamente definidos que puede uno imaginar las horas de trabajo que ha costado elaborarlos. Son geniales. Esto sí que es esculpir… ¿Y el tornado (nº 9)? …es sensacional… Gracias. Me ha encantado el artículo de hoy (y los que han sido enlazados al mismo también…)
Hola.
Yo tampoco conocía la existencia de este artista ni su obra, pero es magnífico. Una pasada (aunque algunos trabajos me gustan y otros, no). Es cierto que se merece estar en museos de todo el mundo. Me pregunto cómo y por qué se le ocurriría la idea tan original de utilizar libros y otros materiales como revistas o guías telefónicas para crear.
Muy interesante el artículo.
Un saludo literario.
Hola, Alberto. Perdona la curiosidad, pero ¿cuáles son los que no te gustan? A mí el nº 5 (sí, ya sé que he escogido justo el que no representa una obra terminada) me parece que rompe un poco la armonía de la exposición (aunque también es verdad que me gusta saber cómo lo hace y verlo en acción…) Bueno, ahí dejo la pregunta. Un saludo (Gracias).
A mí me encanta el pequeño estudio con forma de cabeza. Es, sin duda, mi favorito. Me parece muy autorreferencial. Como espacio de trabajo mola un montón. Además, al tener ruedas te lo puedes llevar donde quieras 😛
Sí, no está mal, pero me habría gustado más si fuese un rostro más reconocible, porque tener en casa un estudio-móvil y pararte a pensar, cada vez que lo ves, a quién representa… Pero sí, a mí también me gusta. Por cierto (es que ya ha llovido desde entonces), he visto algunas de las obras que hace Li Hongbo, a quien nombras en el artículo, y también son increíbles. La del «David» de Michelangelo es absolutamente magnífica. Gracias. Un saludo.