El libro como indicador para medir la fama

El libro como indicador para medir la fama

   Hace unos años el periodista Martin Kettle proponía en un artículo publicado en The Guardian en 1999 un curioso método para medir la celebridad de un personaje: basarse en la cantidad de libros que se hayan escrito sobre él. Como una medición de esta magnitud jamás puede pretender ser precisa, porque es imposible saber con exactitud el número de libros escritos sobre nada, Kettle se basa en una corpus tan fiable como cualquier otro, una investigación que tomó como base los libros de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, con sede en Washington, D.C. A partir de ahí Kettle ha elaborado una lista de los 30 personajes más célebres.

   Según los datos de esta fuente, Jesucristo es el personaje que goza de más fama en el mundo actual, respaldado por la considerable cifra de 17.239 libros sobre su persona, casi el doble que el segundo de la lista, William Shakespeare, con 9.801 obras. Los siguientes puestos son para Lenin ‒con 4.492‒, Abraham Lincoln ‒con 4.378‒ y Napoleón I ‒con 4.007‒. Para encontrar a la primera mujer hay que bajar hasta la séptima posición, donde encontraremos a la Virgen María con 3.595 libros, la única representante femenina de la lista. El único español, como no podía ser de otra forma, es nuestro universal Cervantes, que entra en la nómina por los pelos, ocupando el último puesto con 1.348 libros. Por lo demás, entre los personajes encontraremos de todo: escritores, artistas, músicos, políticos, filósofos, etc. Quizá el orden sean discutible, pero echándole un vistazo al conjunto hay que reconocer que aunque no están todos los que son desde luego sí son todos los que están.

   La lista, por supuesto, está condicionada por los fondos de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, lo que quiere decir que la base es sobre todo americana y que el idioma principal es el inglés, aunque no por eso carece por completo de libros escritos en otros idiomas. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el intento de establecer el grado de celebridad de un personaje basándose en el número de libros escritos sobre él no pasa de ser un mero ejercicio intelectual, desde el momento en que el concepto de libro escrito sobre un personaje no está claro. Si pensamos en biografías parece evidente, pero hay obras en las que no es tan fácil determinar hasta qué punto tratan o no sobre un personaje. Quizá una solución más diplomática hubiera sido utilizar Google Ngrams para medir el número de menciones que se hace del personaje en cada libro.

   De cualquier modo, una de las mayores sorpresas de la lista es que apenas aparecen personajes vivos y que ni de lejos figura ninguno de los nombres que hoy en día se identificarían sin dudarlo como celebridades. Una lista que parece estar a años luz de las que se pueden sacar de sitios como Twitter. Pero, al fin y al cabo, ¿no ofrecen los libros suficientes garantías de permanencia en la historia? Quizá Twitter deje de existir en el futuro, pero mientras haya seres humanos habrá libros. Por qué no, entonces, fiarnos del testimonio indeleble que estos nos pueden ofrecer.

Comentarios

comentarios