Constantemente leo noticias sobre tipos que han inventado esto o lo otro. Algo con lo que estoy profundamente en contra, dado que creo realmente que no es posible inventar, y que no dejamos de descubrir. Incluso la idea subyacente en este artículo no es de mi propiedad. Yo tan solo la he llegado a pensar, pero teniendo en cuenta que cualquier otro podría llegar a haberlo hecho ya.

El círculo es un concepto que nos hemos atribuido, pese a estar aquí antes que nosotros

El círculo es un concepto que nos hemos atribuido, pese a estar aquí antes que nosotros

   Para demostrar que tengo razón ‒me encantan las luchas dialécticas‒ planteé hace un año tres preguntas muy sencillas que esconden un razonamiento lógico y que, hasta ahora, nadie me ha sabido discutir. Si hay entre el público alguien que quiera jugar, estará siempre invitado. Estas preguntas son las siguientes:

   1. ¿Existen las ideas por si solas o hacen falta humanos ‒inteligencia‒ para pensarlas?

   Todo el mundo me ha respondido a esta pregunta que hace falta algún tipo de inteligencia para ser pensadas, y que de otro modo no pueden existir. Nadie ha dicho «sí» nunca. Y van unos cuantos entrevistados.

   2. ¿Son los números ideas?

   Todo el mundo coincide en que sí. Refiriéndome, por supuesto, no al símbolo del número, sino al número como concepto.

   3. ¿Existen los números sin los humanos?

   Aquí es donde la gente duda. Sin duda deben existir antes que nosotros, al igual que un árbol hace ruido aunque nadie esté cerca para escucharlo. El universo son, en realidad, unos veintiséis parámetros configurados bajo un valor numérico ‒como la velocidad de la luz, la potencia gravitacional, la potencia electromagnética,…‒. Independientemente de que haya alguien para contarlos existirán cuatro planetas cercanos al Sol en nuestro sistema solar. Eso es un hecho innegable. Puede que cada civilización, midiendo en bases y unidades diferentes, obtengan un valor numérico diferente. Pero ese valor numérico será perfectamente equivalente con las conversiones apropiadas. Por ejemplo, la velocidad de la luz sería 599584 m/s si hubiésemos tomado el metro como la mitad de la longitud actual ‒una totalmente arbitraria‒. Lo cierto es que ya hablé sobre ello en Los flujos de información, algo que, ni de lejos, hemos inventado nosotros. Es algo que ya existía y de lo que nos hemos apropiado.

   El caso es que la gente admite que los números existen aunque ni siquiera haya vida en el universo. Los átomos ocupan una cantidad de espacio fijo, los planetas se mueven en órbitas definidas, los volcanes eructan una cantidad de magma y lava específico y no otra, medible como unidad volumétrica. Los números, a fin de cuentas, llevan aquí mucho más que nosotros. Pero yendo más allá, también otros conceptos más cercanos estaban ya antes que nosotros. Como pueden ser las reacciones químicas, el modo en que interactúan los planetas, cómo gira una galaxia. Todas estas normas ocultas dentro del universo estaban mucho antes que nosotros. Lo único que hemos hecho ‒y no del todo‒ es decir algo como «¡Eh, mira! Parece que las cosas se caen al suelo». Claro, que tampoco hemos arrojado toda la materia del universo para ver si toda cae o no, de modo que realmente no tenemos ni idea de si la gravedad es algo de todo el universo o solo es algo de por aquí cerca.

   Sea como fuere, los números existen sin los humanos, y los números son ideas. Cuando la gente llega por sí sola ‒importante lo de por sí sola, no metáis prisa‒ a esta conclusión les hago la pregunta primera de nuevo: ¿Existen las ideas por si solas o hacen falta humanos ‒inteligencia‒ para pensarlas?

   Y es aquí cuando todas nuestras ‒por otro lado absurdas‒ normas de copyright pierden el sentido. ¿Cómo vas a patentar algo que ya estaba aquí antes que tú? A fin de cuentas la invención no existe según esta teoría, y cualquier desarrollo es descubrimiento. Suena duro, pero si os dais cuenta el símbolo universal de tener una idea es la bombilla, un invento que desarrolló un tipo que lo único que hizo realmente es dar con una combinación de elementos que, por otra parte, ya existían en billones de casos a lo largo de la galaxia. Pero él lo hizo aquí, y lo llamó bombilla. Otra combinación de elementos físicos y químicos es la arena de la playa, pero a nadie se le ha ocurrido decir que la ha inventado. Aparecen entonces quienes aseguran que un libro ‒por poner un ejemplo‒ es mucho más complejo que un simple número, que un filamento incandescente o que un montón de arena de mar.

   Lo cierto es que no. Pero esa historia es ya para otro día.

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