Dormitorio de Ernest Hemingway

Dormitorio de Ernest Hemingway

   No hay modo más profundo y apasionante de conocer a un escritor que a través de su obra. Aunque no es el único. Para muchos amantes de los libros cualquier recurso es lícito: desde recurrir al puro y duro chisme biográfico hasta la visita de lugares significativos, como puedan ser sus hogares o sus tumbas. Y qué lugar más significativo que sus dormitorios, un sitio donde los escritores pasan una buena parte de su tiempo, no solo durmiendo ‒aquí puedes echar un vistazo a las rutinas de sueño de algunos escritores‒ sino, en muchos casos, cuando la cama comparte habitación con el escritorio, trabajando, como ocurre con Flannery O’Connor, Henry David Thoreau o Emily Dickinson. A veces, incluso, la urgencia de la escritura puede hacer que la propia cama se convierta en el escritorio, caso de Michael Morpurgo.

   Algunos dormitorios pueden llegar a decirnos de un autor casi tanto como su escritura. Al fin y al cabo son el espacio más íntimo de una persona. Un ejemplo claro es el dormitorio de William Faulkner, que solía anotar ideas para sus novelas en las paredes. Por su parte, el de la casa de playa de Truman Capote en Hamptons denota ser el lugar de paso de un inquieto inquilino. La sencillez del dormitorio de Thoreau frente al estilo romántico y sobrecargado de Víctor Hugo. La pulcritud de Dickinson frente al desorden de Alexander Masters. Las estanterías llenas de libros de Virginia Woolf o la luminosidad del dormitorio de Hemingway de su casa de Key West. Todo comunica.

   A continuación te dejo quince dormitorios de escritores para que puedas conocer un poco mejor a sus inquilinos. A ver qué información puedes sacar de ellos.

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