El verano, la estación lectora por excelencia. Escaparates de librerías sumamente cuidados, recomendaciones de lecturas por doquier, ferias y mercadillos de libros, gente leyendo en una playa, en un parque o en cualquier rincón…
Personalmente, y seguramente igual que muchos de vosotros, he aprovechado este estío para rebajar mi lista de lecturas pendientes. Sin embargo, entre estos libros se ha colado una joya con lo que no contaba, que llegó a mis manos gracias una compañera de trabajo y buena amiga: Historia abreviada de la literatura portátil, cuya existencia desconocía.
Historia abreviada de la literatura portátil, escrito por el gran Enrique Vila-Matas, narra las peripecias de la sociedad secreta de los portátiles o, lo que es lo mismo, los shandys, un conjunto de escritores, pintores y fotógrafos como García Lorca, Salvador Dalí y Marcel Duchamp o Man Ray.
Para pertenecer a este grupo, los artistas debían poseer un alto grado de locura, estar solteros y contar con una obra portátil (id est, que fuese ligera y que cupiese fácilmente en un maletín). Esta idea de lo portátil encuentra su origen en la boîte en valise («caja en maleta») de Duchamp, considerado el «anagrama de la literatura portátil y el símbolo en el que se reconocieron los primeros shandys». La sexualidad extrema, el amor por el nomadismo y la simpatía por la negritud también figuraban entre las características de los shandys, quienes necesitan refugiarse en la soledad y sumergirse en su trabajo.
«Shandy», además de ser una bebida alcohólica, significa simultáneamente alegre, voluble y chiflado en el dialecto de algunas zonas del condado de Yorkshire, donde Laurence Sterne, el autor de La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, residió gran parte de su vida.
En esta novela encontramos reuniones y huidas, pero, sobre todo, surrealismo, locura, juego y diversión. Un hilo narrador que se va desenredando de un modo irrisorio, del que penden nombres tan conocidos como Francis Picabia, Tristan Tzara, Rita Malú, Georgia O’Keefe, Ezra Pound, Juan Gris, Scott Fitzgerald, Max Ernst y Ramón Gómez de la Serna y que se extiende por Port Actif (ciudad donde se funda la asociación en 1924), Zurich, París, Viena, Praga, Trieste, Berlín y Sevilla (donde se disolverá en 1927, coincidiendo con el homenaje a Góngora).
Merece una mención particular la aparición del odradek en este libro, una criatura imaginaria ideada por Kafka que aparece en su cuento Preocupaciones de un padre de familia. Él mismo lo describió de la siguiente manera:
A primera vista tiene el aspecto de un carrete de hilo en forma de estrella plana. Parece cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos de hilo, de los tipos y colores más diversos, anudados o apelmazados entre sí. Pero no es únicamente un carrete de hilo, pues de su centro emerge un pequeño palito, al que está fijado otro, en ángulo recto. Con ayuda de este último, por un lado, y con una especie de prolongación que tiene uno de los radios, por el otro, el conjunto puede sostenerse como sobre dos patas.
En este caso, Vila-Matas, con el fin de parodiar el odradek, objeto de diferentes interpretaciones y mencionado en El libro de los seres imaginarios de Borges, lo multiplica y lo identifica con inquilinos negros que persiguen a los artistas shandys. Estas criaturas pueden convertirse en otras figuras, incluso tomar apariencia humana para privar al artista de creatividad. La única solución para deshacerse de un odradek consiste en no hacer nada. La parodia no se queda ahí: los odradeks son perseguidos por los golems, y estos, a su vez, por los bucarestis, «criaturas originarias de Rumania, parientes pobres del conde Drácula».
Cuando se publicó en el año 1985, este libro vanguardista se topó de bruces con el realismo imperante en España. «Se nota que el autor veranea en Cadaqués», arremetió El País ese mismo año. No obstante, la popularidad de la obra ha ido aumentando con el tiempo, y en la actualidad se considera la más emblemática del autor. La totalidad de la trama que se nos presenta podría haber ocurrido realmente. Además, este libro también cuenta con una genial versión disidente. ¿Qué se podría esperar de un escritor que le alquiló una buhardilla en París a la mismísima Marguerite Duras?
Siempre me ha gustado pensar que una persona se define como una conjunción de coincidencias, de detalles, de elementos que surgen inesperadamente en su camino gracias a los que se van abriendo nuevas sendas. Tras haberme acercado a esta exquisita narración de Vila-Matas, entre mis libros pendientes ya figuran otros de sus títulos. Les listes de livres à lire: ese círculo que nunca se cierra.
El libro de Vila-Matas me ha parecido muy interesante. Yo tampoco lo conocía. No tengo nada que aportar en relación al artículo, así que no voy a escribir nada más. Me ha gustado mucho [sobre todo lo del «odradek» de Kafka y los detalles que tratan acerca del mismo (especialmente, lo de los «inquilinos negros que persiguen a los artistas «shandys» (…) para privar(los) de (su) creatividad».] Me ha parecido estupenda la reflexión última que cierra el artículo… Gracias. Un saludo.
A mí este libro me encantó. Recuerdo el asunto del Submarino: era necesario internarse en las entrañas más profundas del planeta para alcanzar la concentración máxima; pareciera ser que ahí la soledad deja de ser soledad y se transforma en algo más llevadero.
Un abrazo
S.
[…] Aunque los Panidas habían nacido en Medellín, en 1916 algunos de ellos se trasladaron rápidamente a Bogotá cargando un equipaje ligero, ya que esta organización de intelectuales belicosos tenían como regla el tener un estilo de vida nómada y algo similar al de los estatutos de la sociedad de la Literatura Portátil. […]