Pocos temas hay tan posmodernos como el posapocalíptico. Si el siglo XX fue el siglo de las distopías futuristas, lo que llevamos del XXI ha demostrado su inclinación hacia la pura y llana entropía social. Puede que sea la incertidumbre resabiada, de vuelta de todo, del presente que nos ha tocado vivir, o quizá sea la evolución natural del género, o acaso sea verdad aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o tal vez, y solo tal vez, sea la falta de perspectiva histórica, pero lo cierto es que la nueva ficción especulativa ha demostrado que prefiere soñar con mundos destruidos o en vías de descomposición que con sociedades totalitarias y perfectamente jerarquizadas. Solo así se explica el indiscutible triunfo de algo, por otra parte tan posmoderno, como es el zombi, figura posapocalíptica por excelencia. Pero no es de zombis de lo que quisiera hablar, sino de Pesadillas del futuro, el debut literario de Daniel González. Y, todo sea dicho, tanto se ha abusado de los zombis últimamente que casi es de agradecer que Daniel haya construido en su novela un mundo poscapolíptico libre de ellos.
Nos situamos en el año 2067. La sociedad tal y como la conocemos ha dejado de existir, dando paso a una nuevo mundo en ruinas que recuerda mucho al de La carretera de McCarthy. Como en la novela de McCarthy, las causas que precipitan del desmoronamiento de todo no se explican de forma explícita. Se sabe que una multitud de situaciones, llevadas al límite, acabaron eclosionando en el caos. En realidad, poco más importa, aunque se intuye una mezcla de desestabilidad social y de crisis nuclear. Lo que explica que, también como en la novela de McCarthy, el nuevo mundo sea sucio, polvoriento y grisáceo.
Sin embargo, entre tanto tono gris aparece una poderosa luz verde, uno de esos colores que ya no suelen verse quizá porque representa la vegetación y la esperanza, dos lujos que prácticamente están vetados en el nuevo presente. Esa luz verde es Soul, el joven protagonista de la historia, o más bien es el mundo luminoso, de grandes extensiones de hierba y ríos cristalinos, de las ensoñaciones que el personaje tiene durante toda su infancia.
No es casualidad que ese mundo paradisíaco cese, exactamente, cuando Soul cumple 17 años, porque entonces se ve en la tesitura de salir al mundo real y de convertirse al fin en adulto. A partir de ese momento Soul sentirá la necesidad de encontrarle sentido a su existencia más allá del simple hecho de ir sobreviviendo día a día y para ello, tras abandonar la seguridad del refugio y de su grupo, comenzará, junto a su amigo Lander, un viaje iniciático guiado, en principio, por la venganza. Criado en un mundo hostil, es lógico pensar hasta cierto punto que Soul convierta la violencia en su objetivo principal, aunque ambos jóvenes pronto se verán superados por la complejidad del mundo adulto. Lo que empezará como una aventura para matar a unos cuantos saqueadores se acabará convirtiendo en un recorrido vital que les llevará a conocer la brutalidad del hombre que es capaz de alimentarse de la carne de otro hombre, la crueldad de quitar una vida humana a sangre fría, el valor de la amistad, la magnitud del amor o la importancia del autoconocimiento.
Finalmente, una vez que los personajes han pasado por todo un proceso madurativo, el objetivo pasará a ser la búsqueda del paraíso perdido, ese verde con el que Soul ha soñado durante toda su infancia, transmutado en la idílica comunidad de New Life. ¿Hay en la novela falta de fe en el futuro o por el contrario será suficiente la esperanza para encontrar un rincón al margen del caos desde el que empezar a reconstruirlo todo? Sobre si los personajes consiguen llegar o no a New Life no voy a desvelar nada, pero el final, un tanto ambiguo, da pie a múltiples interpretaciones respecto al futuro de la humanidad, desde el escepticismo más descarnado a la esperanza de que es posible evitar repetir los errores y crear un mundo mejor.
Paralelamente, a lo largo de su viaje Soul irá experimentando, a través de sus sueños, la capacidad para predecir el futuro ‒de ahí el título de la novela‒, lo que plantea el interesante tema de la inexorabilidad de lo que está por venir. Y es que, aunque el conocimiento del futuro cercano le da a Soul un margen de maniobra para evitarlo, este don, que poco a poco se irá acrecentando, no es garantía absoluta de que los personajes se mantengan al margen de la tragedia.
Si empezaba hablando del posmodernismo es porque Pesadillas del futuro es una novela que encaja a la perfección en su tiempo. No solo en cuanto al tema posapocalíptico, sino en lo que respecta al conjunto de elementos que la forman. Su ritmo es trepidante y su estilo es ágil y tremendamente visual. Su deuda con el mundo del cine y de los videojuegos es más que evidente. Al leerlo es difícil no pensar en películas como Mad Max o en juegos como Metro 2033 o Fallout. Es por eso que sus poco más de trescientas páginas se devoran casi en un suspiro. Esta circunstancia, unida a una trama entretenida y bien organizada, hacen que Pesadillas del futuro sea un título más que recomendable para amantes del género posapocalíptico y de la cienfia ficción en general.
Si quieres leer pesadillas del futuro puedes conseguirlo en formato físico o digital ‒también disponible en Amazon‒. Y, por si todavía te quedan algunas dudas, puedes leer de forma completamente gratuita los tres primeros capítulos aquí.
Un verdadero honor tener una reseña de mi propia novela escrita por ti, Alejandro. No puedo estar más agradecido.
Podría decir muchas cosas del libro, pero creo que la reseña habla por sí sola, y decir más, estaría fuera de lugar. Animo a los amantes del género posapocalíptico y la ciencia ficción a que le echen un vistazo más en profundidad a la novela si les ha llamado la atención. Estoy seguro de que os gustará, y a mí pocas cosas me harían más feliz que saber que soy leído. Sin más, gracias de nuevo, Alejandro.
Un saludo. 😀
Ya lei los tres capítulos, me gusto lo que leí. Por ahora tengo algunas cosas pendientes. Pero más adelante trataré de comprarla.
Animos!
[…] y muy entretenido para los amantes del género. De hecho, para esclarecer vuestras dudas, siempre podéis leer la reseña que me dedicó Alejandro Gamero en su día en La piedra de […]