Albert Camus nació en Argelia y allí vivió hasta los 27 años. Durante su infancia, en Argel, llegó a ser un alumno brillante en la escuela primaria, sobre todo gracias al estímulo de uno de sus maestros, Louis Germain, un hombre que supo ver el potencial del pequeño Camus y sacarle todo su partido. Con el paso de los años, tanta era la gratitud que Camus guardaba hacia su maestro y tan grato el buen recuerdo que de él tenía que, cuando al filósofo francés se le concedió el Premio Nobel de Literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy», no dudó en dedicárselo. Y, además, le escribió una carta llena de emotividad. Esta que reproduzco a continuación.
Querido señor Germain,
Dejo que la conmoción que me rodea en estos días disminuya un poco antes de hablar con usted desde el fondo de mi corazón. Se me acaba de dar un honor demasiado grande, que ni yo he buscado ni he solicitado.
Pero cuando me enteré de la noticia mi primer pensamiento, después de mi madre, era para usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que extendió hasta el pequeño niño pobre que yo era, sin su enseñanza y su ejemplo, nada de todo esto habría ocurrido.
Yo no suelo hacer demasiado este tipo de honores. Pero al menos quisiera aprovechar esta oportunidad para decirle lo importante que ha sido y sigue siendo para mí, y para asegurarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que puso todavía vive en uno de sus pequeños escolares que, a pesar de los años, nunca ha dejado de ser su alumno agradecido. Le abrazo con todo mi corazón.
Albert Camus
Hola, Alejandro.No conocía esta historia de Camus. La verdad es que tienes razón, es emotiva, muy bonita. Esto demuestra lo fundamental que es tener buenos profesores a lo largo de toda tu vida académica, pero, especialmente, en tus primeros años. Porque hay tantos profesores que marcan a la gente para mal… Afortunadamente, tenemos aquellos que son el contrapunto.Si el indulto a Dostoievski no solo le salvó a él, sino también a todos sus personajes, ese maestro de Argelia hizo lo mismo con Albert Camus sin saberlo aunque las circunstancias no fuesen, ni de lejos, tan dramáticas.¿Os habéis preguntado alguna vez cuánto potencial se pierde o se desperdicia cada día, cada año, por culpa de unas circunstancias vitales negativas? Freud no hubiese sido Freud de haber nacido en una familia pobre de África o de América Latina. Ni Picasso ni Borges ni Stefan Zweig… Un saludo literario desde Oviedo.
Como docente me siento muy identificado. Es verdad que muchas veces marcamos a personas, para bien o para mal. Las circunstancias vitales, positivas o negativas, van marcando a los seres humanos. A veces la grandeza está en sacar algo bueno de lo malo. Eso es lo que en muchas ocasiones hace la literatura y el arte en general. Casi habría que decir… ¡menos mal que sufrieron! Un saludo.
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