Hace un par de días leí un titular sobre una empresa que tuvo que cerrar. La empresa era original, legal y tenía la aceptación de, literalmente, todo el planeta. Sacó una aplicación a nivel mundial que fue instalada en todos y cada uno de los países que existen, y eso que alguno de ellos no cuenta con servicios de Internet.

Cine y literatura

Cine y literatura

   ¿Qué hacía esta empresa? Poner a disposición del público todas las películas y series de manera totalmente gratuita. Para lo que les cueste creer que esto pueda ser legal, lo demostraron cuatro veces ante los tribunales. No obstante tuvieron que dejar de trabajar en el proyecto no por falta de trabajo o aceptación, sino por las presiones y amenazas personales que recibieron por parte de la industria mafia del cine.

   El experimento consistía en lo siguiente: se les daría todas las películas del mundo en una calidad altísima ‒de 1080p y HD no bajaban‒ y no se les pediría nada: ni dinero, ni cuentas Premium, ni publicidad. Demostraron que las personas demandaban contenido audiovisual de calidad desde casa que no tuviese que pasar por el DVD de 20 euros en tienda ni por los 9 de ir al cine.

   ¿Y si te cobrasen 10 euros mensuales? – se preguntaron en PopCorn, empresa de la que estaba hablando. La aceptación fue absoluta. La oleada de denuncias por parte de los monopolios de distribución, demasiado para los participantes en el experimento. Recuerdo, uno en el cuál ninguno llegó a ganar un solo euro.

Pero la pregunta fue respondida lo suficiente como para que nos preguntemos cuándo se acabará la estupidez de la distribución física obligatoria. Porque con estos márgenes es seguro que pronto dejará de existir o será minoritaria:

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El dinero de la entrada del cine

   La imagen ha sido sacada de este artículo, y se muestra lo que se lleva cada parte implicada en el proceso de puesta en marcha de una sesión de cine. Es decir, que de una entrada de 9 euros, más de 3 se los lleva la sala. Que si la quiero ver en mi casa ‒y no dejando de pagar nunca a actores, productores, guionistas, etc‒, la misma película costaría 3,34 euros más el 21 % de IVA. Recordemos que en España la cultura es un objeto de lujo, como demostró el Teatro de Girona ‒que regalaba entradas de teatro por comprar una zanahoria al 4% de impuestos‒ y el grupo de Teatro Primas de Riesgo ‒que se han puesto a vender revistas porno con entrada‒.

   Por menos de 3,5 euros ‒incluido aquí el sistema de seguridad de la web/aplicación, pagado entre todas las películas‒, puedes tener en tu casa hasta el último estreno, el que acaban de sacar el viernes pasado. Y no sé cuánto vais al cine vosotros, pero yo acostumbro a ir dos veces mensuales. Eso significa que pagaría ‒en mi caso y en mi casa‒ siete euros mensuales por consumir cine. No obstante ahora mismo estoy pagando 13 euros mensuales: cuatro de cada entrada en día de precio reducido y cinco por ir al centro desde mi casa cada mes. Por mi parte, pagaría 10 euros para poder disfrutar en mi casa del cine, e incluso los trece que ya me gasto.

   Ya han surgido plataformas como Netfix, pero el problema es que el abanico cultural es irrisorio: series que ya no echa ninguna cadena, películas de hace más de tres años, y lo nuevo lo pagas aparte. ¿Y si funcionase como Flattr? Tú pones 10 euros, ves una serie de películas y el dinero es enviado a esas firmas, actores, directores, etc. Sin duda un sistema justo para la cultura y los creadores de la misma, y más seguro que el que ya creó Jamendo en su día con las donaciones ‒España es el único país en el que Jamendo no tiene beneficios‒.

   Pero, ¿y los libros?

   Porque si este blog está dedicado a algo es a la cultura escrita, ya sea en un libro ajado como en una Tablet. ¿Qué pasa si quiero leer libros en mi ordenador pagando 10 euros mensuales? Yo, como autor, autorizaría desde ya ese tipo de programas. Claro, que los términos de mi Copyright son un tanto alternativos, y prácticamente autorizan a todo el mundo a la copia sin ánimo de lucro y con una simple mención.

   No estoy muy seguro de cuánto consumís en libros, pero yo he tenido que preguntar a personas de mi entorno sobre tal o cual volumen ‒y si me lo prestan‒ por ser imposible que de mi dinero salga todo lo que consumo. Al igual que en los buffet libres, prefiero pagar por todo lo que pueda comer 😛

   Y vosotros, ¿qué pensáis al respecto?

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