Dante y Beatriz a orillas del Leteo, de Cristobal Rojas

Dante y Beatriz a orillas del Leteo, de Cristobal Rojas

   La Divina Comedia fue una obra de lenta gestación. Se desconoce la fecha exacta de composición, aunque según parece empezó a ser escrita entre 1304 y 1308. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es cuándo fue acabada, en 1321, año de fallecimiento del propio Dante. A medida que el poeta iba escribiendo cantos los distribuía entre amigos, familiares y conocidos, pero su muerte fue tan repentina ‒quizá por la malaria‒ que los últimos trece cantos de la Divina Comedia quedaron en paradero desconocido. Después de meses de búsqueda desesperada e infructuosa entre sus papeles y pertenencias, según relata Boccaccio, parecía que la parte final de su magna obra se había perdido para siempre. La Divina Comedia pasaría incompleta a la historia de la literatura.

   Incluso dos de sus hijos, Jacobo y Piero, decidieron que intentarían completar el trabajo ellos mismos. Aunque, por suerte, no fue necesario. La Divina Comedia pudo ser finalmente completada, y todo fue gracias al fantasma de Dante.

   Ocho meses después de la muerte del poeta, el fantasma de Dante se apareció en un sueño a su hijo Jacobo y le indicó exactamente dónde estaban ocultos los últimos trece cantos, justo detrás de una estera en un hueco de una pared. Aunque en principio Jacobo no le dio credibilidad al sueño, pero estaba tan excitado que decidió ir a la casa de su amigo notario Piero Giardino para contarle lo sucedido. A continuación ambos fueron al lugar indicado por el fantasma y, efectivamente, allí estaban los trece cantos de la Divina Comedia. Unos manuscritos ya mohosos a causa de la humedad y que hubieran sido ilegibles si hubiesen pasado unos pocos meses más.

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