Hemos llegado a tal punto de desarrollo que la tecnología nos permite tener miles de libros en el bolsillo, puede que más de los que podamos leer en una sola vida. Sin embargo, muchas veces tendemos a pensar que esas comodidades que conllevan la ciencia y la técnica son ideas completamente originales y casi podría pensarse que los siglos pretéritos vivían en una especie de barbarie. ¿Cómo explicar a una persona que haya vivido antes del siglo XX ‒por ejemplo, Charles Dickens‒ qué es un libro electrónico? Pero mucho antes de que existieran Kindles, smartphones o tablets, el concepto de almacenar un conjunto de libros en una biblioteca ambulante, para poder leer con comodidad en los viajes, ya existía.
De hecho, la Universidad de Leeds acaba de descubrir entre sus volúmenes la que podría ser la primera biblioteca portátil del mundo ‒o al menos, de momento, la más antigua‒. Data del siglo XVII y se trata de una caja de madera con forma de libro, del tamaño de un folio y encuadernado en cuero marrón, que alberga tres pequeños estantes con cincuenta libritos en perfectas condiciones, encuadernados en vitela, de letras y cantos dorados. Además, cada una de sus cubiertas muestra a un ángel leyendo un pergamino con la leyenda «Gloria Deo». En la cubierta interior de la caja aparece a modo de índice, ricamente iluminado, una tabla con los contenidos de cada una de las tres secciones. La biblioteca contiene todo lo que podría interesar a un amante de la cultura de la época: desde historia y poesía hasta teología y filosofía, pasando por autores clásicos como Cicerón, Virgilio, Ovidio, Séneca, Horacio o Julio César.
Este tipo de bibliotecas son extremadamente extrañas: que se sepa, solo unas cuatro familias tuvieron la suerte de poseer una de ellas. Esta, en concreto, fue encargada en 1617 por un miembro del Parlamento llamado William Hakewill como obsequio para un amigo miembro de la familia irlandesa Madden. Y parece que el regalo tuvo tanto éxito que en los siguientes cinco años encargó otras tres más con idéntico propósito.
Esta biblioteca en miniatura ha pasado a ser uno de los elementos más singulares de la colección Brotherton dedicada a libros, manuscritos y fotografías raras en la Universidad de Leeds. Según Stella Butler, bibliotecaria y curadora de la Colección Brotherton, la caja, que cerrada simula a la perfección un libro normal, se trata de un lector de libros electrónico del siglo XVIII a la manera de un Kindle o un iPad. Y, desde luego, es difícil no hacer tal comparación.
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