Charles Boas en sus dos vidas

Charles Boas en sus dos vidas

   Muchas son las personas que, en determinados momentos, sienten que las vidas que llevan no les satisfacen. Que se sienten obligados por las circunstancias, por los miedos o por aquellos que les rodean a hacer lo que se espera de ellos en lugar de tomar las riendas de sus vidas. Muchos los que fantasean con escapar y empezar desde cero, con montar una nueva vida de acuerdo a sus sueños, esperanzas y deseos, aunque pocos son los que se atreven a dejar a un lado la rígida y anodina cotidianidad de lo que convenimos en llamar una vida normal. A esta sensación se la conoce como «síndrome de Walter Mitty», en honor al personaje creado por el humorista norteamericano James Thurber en su novela La vida secreta de Walter Mitty.

   Si hay alguien que encarne a la perfección esta situación es el profesor Charles Boas. Boas abandonó la seguridad de su puesto como profesor de economía en la universidad de Michigan para hacer su sueño realidad: convertirse en payaso de circo. Durante dos veranos consecutivos Boas aprovechó sus vacaciones para probar la experiencia y quedó tan fascinado que en 1961 abandonó su trabajo, se compró un remolque y partió, junto con su mujer y sus cuatro hijos, con el Circo de los hermanos Penny, convertido ya en Cebollas el payaso. No es que Boas se sintiera aprisionado en el mundo de la enseñanza, pero según él convertirse en payaso le daba la oportunidad de hacer cosas con las que todo el mundo sueña.

   Ante una decisión como esta uno no puede dejar de preguntarse hasta qué punto es deseable dejarse llevar por el síndrome de Walter Mitty. Boas se llevó a su familia con él, haciéndolos partícipe de una decisión que indudablemente era personal. La otra opción hubiera sido abandonarlos en pos de sus sueños. Aunque todavía se me ocurre una tercera opción: arrastrar la insatisfacción vital de llevar una existencia que no es la que quieres. De cualquier modo, jodido eso del síndrome de Walter Mitty.

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