Wildman y sus bastones

Wildman y sus bastones

   Hoy en día el castigo físico es una práctica desterrada por completo de nuestro sistema educativo, pero lo cierto es que aunque parezca mentira se ha estado aplicando hasta hace bien poco. De hecho, prohibido por la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989, solo es ilegal en un 12% de los países de todo el mundo, entre ellos España, donde está sancionado por el Código Penal. En el Reino Unido, en cambio, el debate todavía continúa abierto a pesar de que empezara a plantearse con muchas décadas de ventaja. Uno de los episodios más singulares de esta discusión fue el protagonizado por Eric Wildman en 1948.

   Defensor a ultranza del castigo corporal, Wildman era el dueño de un pequeño negocio de varillas, cañas, bastones y toda clase de parafernalia para azotar a los niños en las escuelas. A finales de 1947 el Parlamento tenía prevista una reforma del Código Penal para abolir los castigos corporales, a excepción de los delitos graves de disciplina en prisión, así que Wildman ‒que por entonces tenía solo veinte años‒ emprendió una campaña en contra de la abolición de los castigos corporales en las escuelas. Para ello fundó la Sociedad Nacional para la conservación de los castigos corporales en las escuelas y se echó a la calle ‒cartel en mano y vestido como un maestro a pesar de que no lo era‒ para recoger firmas a favor de su causa.

   En principio parece que la cruzada de Wildman no tuvo demasiado éxito, pero en 1948 fue invitado a dar una charla en un internado llamado Horsley Hall, situado en Staffordshire. Sin embargo, la ponencia no salió como Wildman esperaba. Mientras hablaba un grupo de jóvenes se precipitó hacia él, lo agarraron, lo inmovilizaron y comenzaron a golpearlo con sus propias cañas ‒de las que había llevado una buena cantidad de muestras‒. En realidad todo había sido una encerrona del director de la escuela, un progresista que estaba en contra de la aplicación de castigos corporales en el sistema educativo y que quería que Wildman probara un poco de su propia medicina.

Wildman en el incidente de Horsley Hall

Wildman en el incidente de Horsley Hall

   Durante las siguientes décadas Wildman continuó escribiendo folletos a favor de los castigos corporales, sin que estos tuvieran la más mínima repercusión en el debate. Años más tarde fue juzgado por poseer materiales obscenos ‒publicaciones, documentos, fotografías, pinturas y dibujos‒ y tanto su negocio como su sociedad acabaron desapareciendo.

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